Parte 3 travesti sumisa

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-Te ves muy hermosa, ¿tienes nombre cariño?

-Lisbet.

-Lisbet – dijo después de besarla – al fin nos conocemos.

- ¿a qué te refieres? – preguntó asustada - ¿sabías de esto?

-Desde hace mucho sabía que había algo raro en ti, como te dije, tanto en la cama como fuera se notaba tu cambio, por eso revisé tu teléfono y encontré toda la verdad, que eres una putita, que lee sobre otras travestis que son sometidas y feminizadas. Tenía mis dudas al principio, pero después de aprender un poco pude ver los beneficios para nuestra relación, muchos cambios nos esperan amor.

-No me esperaba nada de esto – dijo sorprendida – no tenía ni idea, gracias.

-No tienes que agradecer hermosa.

Los siguientes días fueron el cielo mismo para Lisbet, siempre que estaba en casa tomaba su rol femenino y pasivo para atender a su hermosa esposa. Las semanas pasaron y pronto eso se convirtió en rutina, y aunque la putita se sentía feliz había algo que la preocupaba.

-Cariño.

-Dime.

-Quisiera tener un poco más de ropa de hombre, has escondido casi toda y no solo eso, también quiero hablar sobre nosotras, has sido muy amable conmigo, y me encanta todo lo que me haces sentir como Lisbet, pero también me gustaría estar como Carlos en la cama.

-La ropa que tienes es suficiente – sentenció – lo otro tampoco creo que se pueda, desde que descubrí que eras una putita entendí lo que eso significaba, es tiempo de que tú lo aprendas.

-Pero mi vida...

-Cállate – gritó su esposa – desde ahora me dirás ama, soy tu ama Alicia, ¿está claro putita?

-Mi amor no lo dices enserio.

-Claro que hablo enserio, ahora de rodillas perra, besa mis pies y pide perdón, sino todos sabrán la verdad, que eres Lisbet y no Carlos.

-Estas bromeando – dijo con lágrimas - ¿verdad?

-Te voy a contar hasta tres zorrita.

Completamente humillada se puso de rodillas y besó sus pies con lágrimas en los ojos.

-Pide perdón perra, hazlo bien y humíllate, ya sabes cuál es el castigo de no ser así.

-Perdóname ama – dijo aferrándose a sus pies.

-Dime que eres una puta.

-Soy una puta, perdóname ama.

-Está bien esclava, por ahora no tendré que castigarte, pero te tendrás que comportar.

-Gracias – lloró – muchas gracias.

- ¿Por qué me agradeces? – cuestionó Alicia - ¿por humillarte?,¿por tratarte como la putita que eres?, ¿por cogerte como la zorra que eres? Entiendo que tienes mucho porque estar agradecida.

La mirada de la esposa le hacía entender que debía someterse.

-Si ama, gracias por todo lo que has hecho por mí.

-De nada perrita – le dio un beso – deberías agradecer a las historias que lees, de allí saque todas las ideas.

Así comenzó la nueva vida de Lisbet, como la perrita sumisa de su esposa, era la ama de casa, daba masaje de pies a Alicia siempre que volvía a casa, recibía fuertes nalgadas siempre que, hacía algo mal, en ocasiones su ama hacía que se arrodillara para descansar sus pies sobre su espalda. En cuanto a la intimidad continuo constante, solo que diferente, ahora Lisbet era penetrada por el arnés todas las noches, aquel dildo era doble, por lo cual ambas disfrutaban cuando lo usaban.

De macho a mujercitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora