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El sueño en el que estaba por su coma temporal no era la peor de las cosas que le habían sucedido, para ella, era una calma infinita que no quería que se terminara.
Era tranquilo, pacífico, y extraño.
No era que, hasta hace poco luchaba para mantenerse con vida en el territorio de la Isla Paradis. Era su constante deseó de volver a ver a su pequeña hija, a su pequeña Cherī.
El espacio inexistente que su mente había creado, se consistía en un espacio negro infinito, con su cuerpo flotando en soledad.
Era ella, sola en un infinito espacio sin fin.
Sin su familia, sin sus amigos, sin sus compañeros, sin Levi, sin su hija, sin guerra...
Realmente no era malo, pero se volvió común, aburrido, hasta desesperante el saber que nada pasaría en la paz mental que creó.
Sin guerra no hay paz.
Sin vida no hay muerte.
Sin Yin no hay Yang.
Sin tristeza no hay alegría.
¿Que era la vida para ella?.
Aquella existencia a la que ella se había aferrado tanto durante demasiado tiempo no era más que una vida de guerra y conflictos. Pero la paz en su mente era lo más desesperante que ella podría haber experimentado.
Todo era tan aburrido.
Y espero que alguien la sacará de ese lugar exasperante, pronto.
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Hange hacia lo que podía para mantener a Levi despierto, se notaban las ojeras debajo de sus oscuros ojos.
Pero la condición de Sakura, comparada con la de Levi era mucho peor de lo que en un principio se espero. Era demasiado trabajo para una persona, y al parecer un clon.
Pues aquella materialización de energía espiritual combinada con la física, como está le había explicado, fue la responsable de que se creara por medio de señas de manos, le había ayudado demasiado sanando lo más que pudo las heridas más graves de Sakura, y ayudando a la rápida recuperación del pelinegro.
