Prologo

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Cristian apretaba fuertemente la mano de su hermano, mientras observaban un espectro colgado entre la rama de un árbol.

Los trabajadores del lugar, con sus luces brillantes, apuntaban directo sobre aquel sitio. Nada, ni nadie había sido visto de tal magnitud.

Una grabación bastaba para que el contenido se esparciera en la red que gobernaba al mundo. Y con un solo suspiro por parte de los niños, un soplo ligero como el viento dejó a todos perplejos al ver como desaparecía aquella extraña figura. Algo de lo que muy pocos creen, como también de lo que muy pocos murmuran.

Era el día 5 de diciembre del 2019, en los campos del km 36 vía a la costa, Guayaquil y un tanto cerca de Chongon, pueblo del que muy pocos conocen, pero donde mucho otros lo palpitan.

De un extremo a otro, marcando 12km con exactitud, se encontraba el lugar donde residían los hermanos gatos. Mateo era el hermano mayor, de ojos cafeses claros y una estatura de un metro diez, con tan solo 11 años de edad. Mientras que Cristian era un poco mas bajo, apenas tenia 8 años de edad, se asemejaba a su hermano mayor, era mas hiperactivo y por lo general el que mas hacia escandalo. 

Para entonces la navidad asomaba sus narices a los regalos de los niños.

Mateo sacudió sus zapatos al llegar a la escuela, frente a ella estaba la gran puerta, por un extremo la cancha de Vóley, junto a la señora de las ricas empanadas.

Iba de tan seguro a tan inseguro, llevaba algo dentro de la mochila, vibraba, por eso la sonrisa de culpabilidad, quizás algo de tecnología lo ponía boca abajo.

En la hora de entrada no había justificación para disfrutar de la poderosa mañana del viernes.

Mientras, Cristian el hermano menor, aquel de la sonrisa pecosa con su amabilidad inquieta, andaba jugando a las escondidas con sus demás compañeros, ahí estaban, los chicos gatos, como lo decían por sobrenombres.

Antes de que el timbre diera luz vivo a las clases, Cristian iba casi cerca a una tienda, donde frecuentemente compraba dulces.

Aquel chico estaba allí, pelo chorrudo con los lentes de Harry, el chico mago.

-Cuento los días y ya estas apunto de concluir otro año.-Sonríe

-Fuera bueno.

-Me sorprende de que no hayas venido con algo nuevo.

-siete, tres cordiales?.-pregunta Cristian

-Si algo así, y no tan así.

Cristian voltea a ver atrás por si no había alguien. Al darse cuenta de que su hermano no le perseguía, se acercó un poco hacia la reja y susurro.

-Mi hermano alcanzó a grabar a un espectro colgado en una rama de un arból.

El chico se quedó un tanto sorprendido por lo que le había dicho.

-Si es así, debería verlo con mis propios ojos. Si no es así, no te creeré.

-Deberías, porque lo grabamos!

El chico de los churros voltea y busca una hoja, anota un numero y arranca un extremo llegando a manos del niño.

-Confió en que así sea, además-. Le entrega un dulce.- no es bueno tener suficientes problemas como para tener otro, así que ten cuidado.

Una despedida alegre, con una galleta en mano, una sonrisa donde se iba directo por el camino a la escuela.

Mateo quien estaba algo apresurado, lo esperaba junto a la puerta, hasta cuando Cristian Llegó.

Si la Hierba del campo HablaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora