Querido Diario

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“26 de agosto 2014, nuevo ciclo escolar, nuevo diario y un sueño más que se suma a ese cuaderno en el que he plasmado mis sentimientos y experiencias. Lleno de letras y letras, escritas por mi, provenientes desde lo más profundo de mi ser.

Querido diario,

Bienvenido seas a ser parte de esta nueva aventura. Puede que no sea nada como una película de acción, pero aun así todas y cada una de las etapas de la vida son una aventura, unas más intensas que otras, pero aún así todas valen la pena. Con mucho gusto y emoción me siento hoy frente a estas páginas en blanco con lápiz y goma en la mano dispuesta a escribir de lo que te has perdido en los últimos días”

Mi nombre es Sofía, completo Sofía Rosas. Tengo 19 años recién cumplidos, aunque me vea un poco más grande de lo que soy. 

Me describiría a mi misma físicamente como alta, esbelta, cabello negro azabache ondulado y largo, tez morena y ojos cafe obscuro, de la misma manera emocionalmente soy una chica alegre, siempre queriendo ayudar a los demás, divertida, positiva, al menos la mayoría de las veces, pero en muchas ocasiones distraída y cuando digo distraída es en caso casi extremo. Me fascina escribir mis sueños, mis anhelos, mis experiencias y crear historias con ellos. Salir de la realidad y adentrarme en un mundo donde yo sea quien decide, donde pueda ser yo la dueña de mi paraíso, libre y jugar con mi mente sin límite alguno.  

Estaba tan emocionada por comenzar en un lugar “nuevo”, lleno de cosas algo diferentes e interesantes. Hacía 10 años que no visitaba la ciudad. Apenas hacía una semana nos habíamos terminado de mudar de Querétaro a la Ciudad de México. La mudanza había sido un caso, algunas cosas se habían perdido y aún luchábamos por recuperarlas.

El día de hoy estaba precioso, soleado y lleno de vida, a lo que realmente se le puede llamar clima de verano. Este año le verano había sido maravilloso y aún nos quedaban dos semanas más de vacaciones.

— ¡Buenos días mi niña! — dijo mi madre con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja. Estaba tan concentrada en lo mío que no me había dado cuenta de que se encontraba en mi cuarto, recargada en el marco de la puerta, viéndome con esa mirada extraña, como si yo estuviera loca, pero llena de cariño.  Yo por mi cuenta me encontraba con los audífonos puestos concentrada escribiendo en mi diario y escuchando mi canción favorita.

Se acercó hacia mí, me dio un beso en la mejilla y aparto un mechón de pelo que cubría mi rostro, poniéndolo detrás de la oreja con delicadeza.

— El desayuno esta listo, te espero abajo nena.

Mamá salió de mi cuarto y bajo las escaleras rápidamente. Estaba apurada porque tenía que pasar a dejar a mi hermanito a su nuevo curso de verano, hoy tenía su primera clase de fútbol. 

 Cerré mi diario y lo guardé donde siempre, en el cajón secreto del viejo escritorio. Fui a avisarle a mi hermanito Álvaro, de apenas 8 años. Álvaro ya estaba listo, con su uniforme puesto, la maleta colgando de lado y un balón nuevo que papá le había dado. Salió de su cuarto directo hacia mí, me abrazó y bajamos juntos a desayunar.

— Buenos días mami, estoy lista— respondí una vez que había llegado a la cocina. 

— Yo también — respondió Álvaro rápidamente — la verdad estoy muy emocionado. ¡Me encanta el fut!

Me senté rápidamente y desayuné los hot cakes que mamá había preparado. Estaban deliciosos, hacía tiempo que no los comía.

 Mi papá ya se había ido a trabajar, pues hoy era su primer día en la nueva empresa y andaba más apurado de lo normal. Solo estábamos mi mamá, mi hermanito y yo. Nosotros aún teníamos vacaciones, así que no había prisa alguna.

— Te levantaste muy temprano, ¿no es así? 

No me di cuenta de que mi mamá me había preguntado algo, estaba con la vista al infinito pensando en como sería volver a reencontrarme con mis amigas nuevamente. A quién más me emocionaba ver era a mi mejor amiga, quien hacía dos años se había mudado a la ciudad. Habíamos hablado por Skype, pero no la había visto en persona desde entonces.

— ¡Hey! Llamando al planeta tierra, ¿sigues ahí? — preguntó Álvaro mientras jalaba mi blusa

— Perdón, ¿que dijeron? 

— ¿En qué andas mujer? ¿Otro de tus sueños? —  me preguntó mi madre con curiosidad

— No, esta vez no. Estaba pensando como sería volver a ver a todas mis amigas y en especial a Dani, mi mejor amiga.

Seguimos desayunando, mi mamá estaba con su teléfono revisando mails, Álvaro jugaba con su balón en el patio y yo seguía en mi propio mundo.

Subí a mi cuarto, saqué mi cuaderno, me senté en mi escritorio y comencé a escribir por un largo rato. La noche anterior no había podido terminar de escribir uno de mis sueños de la semana pasada y algunas experiencias con la mudanza. La verdad es que sonará aburrido, pero mi diario es mi mejor amigo así que siempre le cuento desde lo más simple hasta lo más extraño y divertido.

— Mi amor, ya me voy con tu hermano.

— De acuerdo, me llevo el coche de papá y llevo mi celular cualquier cosa.

— Igual yo, por favor no llegues tarde. ¡No se te olvide recoger a tu hermano! ¿Entendido?

— Si mami. Te quiero, nos vemos al rato.

Así se fue mamá, quien también había quedado de ver a algunas personas y yo me quede arriba. No faltaba mucho para que diera la hora así que cerré el cuaderno y me dirigí al baño a arreglarme.

 Dieron las dos de la tarde y yo había quedado de salir a las tres a comer, tomar un café e ir al cine con mis amigas. Los nervios me invadían completamente.

Tenía que apurarme, pues Dani me había pedido pasar por ella para irnos juntas. Tomé la llaves del auto y me dirigí a su casa, al llegar los nervios crecieron hasta su máximo punto.

Estacione el auto frente a la casa, estaba haciendo tiempo ya que había llegado algo temprano. De repente la puerta del copiloto se abrió y una chica alta, de cabello castaño claro, delgada, tez clara y ojos verdes se subió al auto sin pedir permiso alguno. Me espanté, en ese momento me encontraba con los ojos cerrados, recargada en el asiento escuchando música tipo heave metal.

—  Bueno, veo que sigues sin cambiar tus mismos gustos extraños - me dijo con una gran sonrisa.

— Bueno, algo tenía que quedarse igual, porque al parecer tu si has cambiado y mucho— le respondí devolviéndole la sonrisa.

Al momento de vernos nuevamente, ninguna pudo contener las lágrimas, ambas nos abrazamos al instante. ¡Era una alegría enorme volver a verla!

La Vida es Corta, el Tiempo es OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora