Interludio 2: La Wyrm y la Medio Elfa

161 17 0
                                    

La reunión de estrategia había acabado. Uf, mis hombros están tensos.
Agité las alas de mi espalda unas pocas veces y me estiré. Tío, también tengo sueño.
Ya sea clase o una reunión, supongo que este tipo de cosas me siguen dando sueño. Quiero decir, sé que era una conversación muy importante, ¿vale?
Eso no significa que no me entre sueño, de todas formas. Sólo digo.
Claro, eso era técnicamente una reunión de estrategia, pero no se decidió nada particularmente importante.
Nosotros simplemente vamos a quedarnos parados cerca de los puntos de teletransporte, realmente.
O sea, pudimos contarles a Kuni y Kushitani sobre Negishi y todo eso, así que supongo que no pue una completa pérdida de tiempo, pero, aun así.
Negishi… Hmm.
¿Acaso cree Shun seriamente que pueda vencerla o qué?
Supongo que no sería la primera vez que él se presiona demasiado.
Hyrince también lo sabe, lo cual es probable que sea el motivo de por qué él estaba intentando detenerlo, pero no sé si eso hizo ningún bien.
Con suerte, Katia pudo retenerlo, pero ella no entiende lo aterradora que es Negishi, por lo que podría terminar queriendo creer que Shun la puede vencer, también.
El amor es ciego, después de todo.
Ella tiene una ridícula cantidad de fe en Shun, lo que significa que probablemente no pueda contar con ella demasiado.
Uf…
En realidad, soy bastante desafortunada, ¿no? Lo mismo para Hyrince, también.
Regresé a mi habitación asignada tras la reunión, pero me duele demasiado el estómago como para dormir, por alguna razón.
Quizás salga a caminar un poco.

Tan pronto como abro la puerta y pongo un pie en el exterior, dos elfos están ahí, como si me estuvieran esperando.
Apenas logro reprimir mi ceño fruncido.
En cambio, los ignoro y sigo caminando y los dos hombres me siguen en silencio. Dejadme en paz, ¿queréis?
Que pesaaaaados.
¿Qué les pasa a estos tipos?
No somos criminales, ya sabes.
No entiendo por qué tienen que vigilarnos en todo momento.
Mientras deambulo con irritación me encuentro con un grupo de gente reuniéndose cerca de donde estoy.
Parece que se están riendo, también. Esto es raro.
En el tiempo que hemos estado aquí en la aldea de los elfos, no he visto reír ni una vez a ningún elfo.
Ni siquiera sonríen; solo hacen muecas todo el tiempo.
Pero todo el mundo del grupo frente a mí se está riendo y con ganas.
¿Está pasando algo divertido?
Echo un pequeño vistazo con naturalidad, sin esperar mucho. Allí veo a Anna encogida, con una mejilla hinchada y colorada.
¿Eh?
Espera, ¿qué? ¿Qué está pasando aquí?
¿Es esa marca en la mejilla de Anna de un golpe?
¿Alguien la golpeó?
¿Y estos tipos se están riendo de ello?
“¡Hey, vosotros! ¡¿Qué os creéis que estáis haciendo?! De inmediato, me puse a gritarles.
Lo elfos dejan de reír de inmediato y se giran para mirarme con cara de incomprensión. Sus expresiones mecánicas me enojan aún más.

“Este es un asunto entre elfos. Los extraños no deberían meter sus narices donde no les pertenece”, dice uno de los elfos con sequedad.
Parece ser el líder de este pequeño grupo.
“Bien, vamos a dejar una cosa clarita, entonces. Anna es nuestra amiga. Eso quiere decir que no soy una extraña, así que soy libre de meter las narices aquí, ¿correcto?”
Me acerqué a él y lo agarro por el cuello. “¿O debería meter mi puño en su lugar?”
Pongo la mano que me queda libre en puño y la preparo.
Me encantaría golpear la cara de este engreído elfo ahora mismo. Pero me obligo a contenerme.
Los dos guardas que me estaban siguiendo han sacado sus armas tras de mí.
¡Oh, venga ya!
Estoy tratando de mantener la calma aquí, ¿por qué tenéis que venir y encender las cosas?”
“¿Estáis seguros de que queréis apuntar vuestras armas contra mí? Soy un miembro del grupo del héroe real, ya sabéis. ¿Realmente queréis hacer del héroe un enemigo?”
Me dirijo a todos los elfos presentes. No solo a los dos de detrás de mío. El elfo cuya camisa estoy sosteniendo se desprende de mi agarre. “Vámonos.”
Todos los elfos dan media vuelta y comienzan a alejarse. “Esperad justo ahí.”
Agarro del hombro al cabecilla y lo detengo. “Discúlpate.”
“No hay necesidad.”
“Tal vez para ti no, pero no lo vemos del mismo modo. Pide disculpas. Ahora.” El cabecilla elfo trata de deshacerse de mí de nuevo.
Clavo mis dedos en su hombro lo suficientemente fuerte como para mantenerlo en el sitio. La cara del elfo se distorsiona de dolor.
“¿De verdad te crees que tus acciones quedarán sin castigo, niña?”

kumo desu ga, nani ka? volumen 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora