⓿➐ - Amistad, Amor y Putrefacción

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Amor.

Tal concepto era lo que inmediatamente se le venía a la cabeza a Besettelse cuando pensaba en Lieben. Ellas se habían conocido a muy tierna edad y habían congeniado a la perfección, a pesar de las particularidades que las diferenciaban. Besettelse era sumamente engreída y arriesgada, aunque siempre planeaba detalladamente cada acción y decisión que tomaba en su vida. Nunca hacía algo que no le supusiera un considerable beneficio, pero tenía la suficiente astucia para aparentar cordialidad y afabilidad ante los demás. Lieben, por el contrario, se consideraba a sí misma muy tímida, y prefería confiar ciegamente en el curso del destino antes que tener que nadar a contracorriente. Le resultaba demasiado complicado tomar decisiones por cuenta propia, de modo que seguía mansamente las disposiciones de la gente que la rodeaba, sin importar si le resultaba conveniente o no.

Probablemente, su insólita concordia había nacido como consecuencia de que sus personalidades, más que contraponerse, eran increíblemente complementarias. Como Beset era quien siempre asumía voluntariamente el papel de mando, Lieb nunca tenía que preocuparse por pensar demasiado. Algunos de sus conocidos en común opinaban que aquello no era una verdadera amistad, sino una falsa relación amical tóxica basada en la interdependencia, pero ellas no lo sentían de esa manera. Al fin y al cabo, eran felices juntas y se necesitaban mutuamente.

Lieben tenía en gran estima a Beset, y la consideraba un modelo idílico a seguir. Por su parte, Besettelse realmente apreciaba a Lieb de corazón, aunque esta última no podía imaginar a qué enfermizo nivel. Su relación era tan adorable como la de un parásito y su hospedero, pero no era sencillo reconocer cuál era el rol que cumplía cada una. A pesar de que su amistad daba la impresión de ser negativa por donde se le viera, lo cierto era que sus días transcurrían pacíficamente. Se mantenían juntas prácticamente todo el tiempo, ya sea haciendo trabajos en grupo, de la escuela en un inicio y luego de la universidad, o simplemente charlando de diversos temas banales. Si bien poseían otras amistades, absolutamente nadie era capaz de interponerse entre ambas ni tampoco integrarse a su inseparable dúo.

Su vida parecía sumamente serena, lo que alimentaba de manera constante el sentimiento que Besettelse consideraba "amor". Era consciente de que el sumiso afecto que le profesaba Lieben no era del mismo tipo que el suyo, pero eso no hacía sino inspirarla a fortalecer su vínculo con ella. Asumía que, tarde o temprano, llegaría a ganar la total devoción de su amiga para así poder llevar su relación hasta el siguiente nivel. Y no había nada ni nadie que pudiera impedirlo.

Posiblemente su plan se hubiera concretado sin problemas, pero una soleada mañana Beset recibió una impactante noticia: Lieben había iniciado una relación amorosa con alguien más. En un inicio se negó a creer que algo de tal magnitud pudiera ser verdad, pero cuando su amiga se lo confirmó con alegre ingenuidad se vio obligada a aceptarlo. A pesar de ello, Besettelse se mantuvo firme en pensar que aquel hecho de naturaleza fortuita era inverosímil por dos razones transcendentales.

Primero, porque a lo largo de los años todas las decisiones importantes que Lieb había tomado siempre habían dependido de su estricta supervisión, y en ese caso Beset no había tenido la más mínima oportunidad de expresar su opinión antes de la tragedia. Segundo, porque si bien "estar prácticamente todo el tiempo juntas" implicaba desde horas hasta días en los cuales no se veían cara a cara, Besettelse se encargaba de mantener bajo continua vigilancia a Lieben, ya sea mediante leales confidentes, o realizando ella misma las labores de espionaje. De ese modo se aseguraba de estar al tanto del derecho y el revés de la vida de su amiga, pero incluso con ese comportamiento obsesivo no había podido encontrar indicios previos de la terrible noticia.

Luego de mucho reflexionar, Beset recordó que su rutina de vigilancia se había visto fuertemente alterada hace no mucho tiempo. Ella no había podido mantener contacto con Lieb durante un par de semanas por culpa de un toque de queda impuesto debido a ciertos rumores sobre un posible ataque demonista a la ciudad. Dicho atentado nunca llegó a producirse, pero el miedo generado por la simple posibilidad generó una convulsión a nivel social y comunicacional que imposibilitó la ejecución del espionaje.

Amores Enfermizos que inducen al VómitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora