⓿➒ - Tulpa

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Matías Córdoba podía afirmar, sin temor a equivocarse, que su vida era casi perfecta. En términos familiares, sus padres siempre le habían brindado mucha atención, y mantenía una relación muy estrecha con sus hermanos mayores. En el ámbito personal, siempre había demostrado ser alguien muy inteligente y afable, lo que le había facilitado ganarse la admiración de maestros y compañeros. A sus veinte años estaba cursando la carrera de psicología en una de las universidades más prestigiosas de toda Neo-Hispania, y su futuro no podía ser más prometedor.

En efecto, su vida era casi perfecta. Pero lo único que le impedía sentirse completamente a gusto era su inexistente vida amorosa. Aquello era extraño, considerando que la extraordinaria popularidad de Matías lo dotaba de un círculo social increíblemente grande gracias al cual conocía a casi todo el mundo, directa o indirectamente. Pero, por alguna razón, nunca había tenido la oportunidad de establecer algún tipo de relación romántica con alguna chica.

A sus conocidos también les resultaba insólita aquella situación. Algunos teorizaban que la grandeza de Matías impedía que alguna de sus incontables fans se atreviera siquiera a pensar en intentar algo serio. Era casi como si todas las chicas a su alrededor hubieran formado un pacto que las obligaba a suspirar por Matías desde la distancia, teniendo completamente prohibido afianzar algún tipo de relación formal.

Posiblemente, parte de aquella peculiar teoría era cierta, pero la verdadera razón se concentraba en el propio Matías. Porque, a pesar de lo talentoso y estimado que era, en realidad estaba completamente podrido por dentro. Le encantaba recibir las adulaciones de los demás, pero los consideraba simples formas de vida inferior cuyo único propósito era rendirle pleitesía para aumentar su superioridad. En tal sentido, Matías estaba seguro de que una desabrida humana común y corriente sería insuficiente para satisfacer correctamente su colosal ego.

Incluso pensando de esa manera, se preocupaba seriamente cuando cavilaba sobre su futuro en términos realistas. El chico reconocía que, con su peculiar idiosincrasia, terminaría por quedarse completamente sólo y desamparado, pero no encontraba algún espécimen femenino que cumpliese a cabalidad todas sus exigencias a nivel físico y actitudinal. Ni siquiera Matías mismo sabía con exactitud qué tipo de mujer anhelaba, pero algo le decía que lo sabría al encontrarla. Aunque como no deseaba perder tiempo y energías buscándola, se limitaba a aguardar confiando en las vicisitudes del destino.

Lamentablemente, nunca se había caracterizado por ser especialmente paciente, de modo que se cansó de esperar al cumplir los veintiún años. Y, de forma completamente casual, un día que vagaba despreocupadamente por la red encontró algo sorprendente que llamó su atención al instante. Era un tema inaudito y absolutamente desconcertante, pero que, de llegar a ser real, representaba la respuesta a su gran problema.

―Las tulpas... ―leyó Matías en voz alta, con los ojos muy abiertos―. Seres místicos nacidos del pensamiento que pueden adquirir forma física para interactuar con el mundo material...

Aquel descubrimiento lo llevó a una rápida conclusión: si era imposible encontrar a una chica que se pudiera considerar ideal para él, entonces sólo tendría que crear a la suya propia. En cualquier otro caso habría considerado aquello como descabellado y estúpido, pero su abrumador ego le exigía recurrir a cualquier método con tal de alcanzar la vida perfecta que creía merecer. Era su última esperanza, y estaba dispuesto a sacrificar cualquier cosa con tal de salir airoso.

No obstante, el proceso necesario para concretar la creación de la tulpa era más que complicado. Supuestamente, tenía que componer a la entidad primero como una simple idea, e ir alimentándola con energía del pensamiento hasta que pudiera interactuar parcialmente con la realidad. Como consecuencia, la tulpa adquiriría cierto nivel de independencia y se transformaría en un ser energético, tras lo que llegaba el paso más problemático.

Amores Enfermizos que inducen al VómitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora