Por qué

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Si bien Elio se plantea la mayoría de las inquietudes que a mí también me atribularon, hay dos interrogantes que quedaron demasiado patentes y que tal vez por salud no se asomaron ni en las líneas del libro, ni en los diálogos de la película, ni en la mente del Elio: ¿por qué Oliver no decide quedarse con él?

En su historia, podríamos considerar que hay momentos que aluden al tema, de manera indirecta, de manera no dicha, oculta, así como ellos. Sin embargo, podemos argüir de antemano algo que puede quitar esta pregunta de en medio: en realidad, Oliver nunca se planteó la posibilidad de quedarse en Italia, y siempre entendimos que él se iba a ir, que Elio se iba a ir, y que su relación era una historia de verano, y como tal, culminaba cuando la estación moría.

Aun así, tenemos momentos, pensamientos que, aunque ciertamente no te dicen que va a haber un final feliz o no existirá la mordaz despedida, alumbran la esperanza y te dicen: pero pese a todo, seguiremos siendo tu y yo, y yo seré más tú que tú mismo.

Un primer momento se da cuando Oliver empieza a vislumbrar cómo continuará su vida en Estados Unidos después de Elio, porque la presencia de él fue un hito, y tan fuerte, que marcaba un antes y un después. Está bien, no dice en ningún momento que quiere cambiar hacia dónde se ha encauzado e ir a por todo con Elio, pero hay un quiebre, un brote en el que se plantea: ¿quiero continuar mi vida con él? Sabemos la respuesta, sabemos qué pasó, pero personalmente me mata no entender por qué Oliver no se dio la oportunidad con Elio, no al menos de manera explícita. Pese a todo, no podemos al menos siquiera pensar que la posibilidad era inexistente, porque la tuvimos, se planteó, pero no cobró fuerza, no terminó de tomar forma, y se difuminó en un pensamiento sensiblero.

Un segundo momento, lo tenemos cuando ambos, Elio y Oliver, hablan de que muy posiblemente el padre de Elio supiese lo de ellos, con lo que Oliver le dice que tiene mucha suerte, porque en su caso, su padre lo hubiese mandado a una correccional. Sí, aquí estamos en una época más homofóbica, más conservadora, y, por ende, más reprimente. Oliver creció, a diferencia de Elio, en un ambiente en donde su sexo definía su género. Un rol bien marcado y unas expectativas sociales y familiares bien establecidas.

No importa si estamos de acuerdo o no, es parte de la historia y siendo sincero, amo el final de Call me by your name, y que fuese asentado en la realidad es una de sus mayores virtudes. Oliver sí sopesó la posibilidad de quedarse con Elio, pero también había toda una vida, ya proyectada, y también ya realizada.

Sí, sí, es completamente cierto quienes alcen la voz y digan: pero no sabemos si Oliver aun mantiene un contacto tan fuerte con sus padres, apenas y podemos decir que Oliver desde chico prefirió ser lo más independiente y autosuficiente que pudiese. También acepto a aquellos que defiendan una postura más libertaria y aviven: Oliver, un chico tan inteligente y perspicaz no iba a convertirse en un preso de su pasado, ni tampoco dejar que, inconsciente o conscientemente, el mismo pesase al punto de definir una decisión. Concuerdo con ello, pero aun así es un antecedente al que no podemos ignorar en pro de una libertad, (intelectual y espiritual) que de algún modo no se viese afectada.

El tema de la su esposa también es ambiguo e insulso. No sabemos más que ha estado en una relación intermitente con ella por dos años, y que ha decidido casarse justo después de lo sucedido en Italia. ¿Por qué? ¡Por qué, maldición! ¿Acaso hubo una llama que le quemó tanto que lo asustó?, ¿sintió tan fuertemente un golpe de felicidad a manos de alguien por quien no debía, y escapó?

Para nuestra, (o capaz mía), desilusión, Oliver, y de nuevo marcando una diferencia con Elio, era esquivo con su historia, y pues Elio tampoco se animó a escarbar. Con todo, con las ganas y ansias que tenía Elio de ser una huella imborrable y hasta luctuosa en la vida de Oliver, nunca, cuando se vieron, hizo relucir esta duda: ¿por qué decidiste no darnos una oportunidad? Cuando le regala el libro, con esa dedicatoria tan silenciosa y codificada. Cuando se presenta ante él en la universidad. Cuando le dice no puede conocer a su familia. Elio le gritó, agonizante, que continuar en esa dirección que solo los separaba, era su muerte, y aun así no obtuvimos respuesta.

¿Por qué?

Sí hasta él mismo lo reconoció, cuando estaban en Roma, y dice que los demás los envidiaban, porque eran felices como ninguno, ¡como ninguno! Oliver, pudiste desenvolverte en un ambiente en donde los prejuicios no eran ponzoñosos, corrió por tu sangre un momento en el que parte de tu vida profesional, personal y social convivieron perfecto. Tuviste una prueba de que pudo haber sido posible, y, aun así.

¡¿Por qué?!

Sé que hay situaciones, acciones, decisiones, que más que tener un propósito, basarse en una razón, arder por un fin, simplemente son, y marcan, definen. ¿Por qué? Porque sí. No por prepotente, ni por ingenuo. No todo debe tener un motivo, pero vivir sin tener un significado es un despropósito, y con todo lo que podamos cuestionar, esto no cala en la personalidad de nuestros protagonistas.

Una vez que se despiden, para ellos parece no haber un vuelta atrás. Innegable que el final es abierto, y después de 20 años parece que su reencuentro es algo más. Si lo es o no, no nos interesa ahora. Cuando se despidieron, fuese en la estación de tren, o en el aeropuerto, lo hicieron, y para siempre. Sí, para siempre. ¿Se separaron? ¿Es que acaso puede el alma separarse del cuerpo, el corazón salirse del pecho, y aun así el cuerpo poder vivir? No, ellos no se separan nunca, pero se despiden para siempre.

Con una amiga he discutido esto, y hemos arañado varías posibilidades, algunas coherente, otras rebuscadas: porque tenía una vida que cumplir, un rol que ejercer, unas expectativas que llenar. Porque tenía miedo, pese a su forma de ser, Oliver tenía miedo. Porque no amaba lo suficiente a Elio, no como a la mujer con quien se casó. Porque no. Porque nunca fue en realidad una posibilidad. Porque no es lo que quería para su vida. Porque, porque, porque... ¿por qué? Todas y ninguna, y es que una decisión tan vital para la vida está llena de varias razones, pero con todo lo que he dicho, me atrevo a decir que el motivo fulminante, fue el miedo.

Sí, así de terrenal como suena, así de hiriente y podrido. No veo otro camino, ni encuentro una razón coherente con la personalidad de Oliver. Tenía miedo. Su miedo fue mayor a su felicidad, y a su amor. No quiero que me malinterpreten. No digo de manera despectiva que Oliver fuese un cobarde. Sé que en cierto modo Oliver se ríe de que a Elio le angustie tanto lo que los demás puedan decir, con lo cual podríamos pensar que a él no le afecta. Sé que Oliver le dice a Elio que en realidad no desperdiciaron el tiempo mientras permanecían en silencio, solo se aseguraban de que eso era lo que realmente querían, y él lo quería. Pero vamos, Oliver también era tímido, y aunque intelectualmente era una persona desafiante y segura, en lo personal, era retraído, vulnerable, y eso hasta a Elio lo confundía.

He pensado todo esto en relación a Oliver, porque sé que, si es por parte de Elio, ellos dos hubiesen seguido juntos. Pero la decisión final la tomó Oliver, y sí, tristemente Elio la aceptó. Y es que es lo que debía ser, porque cuando en navidad, después de que ellos se fuesen en caminos separados, se reencuentran y Elio quiere volver a estar con él, Oliver se lo dice: no puedo volver a estar contigo.

...

No puedo. No es que no quiera. No es que no lo desee. Es que no puede, y en el contexto, ese poder va en relación al deber, y todos entendemos que el deber es una norma, y toda norma es impuesta. ¿Por qué se autoimponía...? No, ya no vale hacer la misma pregunta. Se convierte en un circulo vicioso que solo raja más profundo en la herida con cada vuelta.

No sé si solo a mí me lastima no entender el por qué revelado por él. Pero justo por ello he tratado de dar una explicación, y entender. Para mí es importante, porque, tanto libro como película, han despertado una emoción poderosa en mí, y digan lo que digan, el ser humano se caracteriza por sentir. Un sentir que, aunque no siempre es racional, puede ser explicado, o al menos, intentado. 

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