Capítulo 2.

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Irguió sus alas y esbozó una sonrisa siniestra. Desenvainó su espada y, de un solo giro, acabó con dos de "las molestias".

-¿¡Pero qué...!?-exclamó el jefe. Los ángeles nunca luchaban entre ellos a no ser que fuera un entrenamiento y, desde luego, no se mataban entre ellos, como los demonios.

Lenna acabó con el otro rápidamente, ya que no quiso defenderse; aunque el jefe si lo hizo. Pero no era rival para ella. Lo desarmó en unos segundos y lo miró con desprecio.

-¿Por qué haces esto?

-Porque la venganza arde con fuerza en mi interior. Acabaré con todas las criaturas de tu raza.

-¿¡Mi raza!? Querrás decir NUESTRA raza.

-Te equivocas. Yo fui una de vosotros hace mucho tiempo. Ahora no lo soy.

-No puedes ignorar la sangre que corre por tus venas, tus alas y a tu familia.-Dijo desesperado.

-¿Sabes qué? Me cansé de hablar contigo. Ashrez me recompensará por tu captura. Tendremos entretenimiento por una temporada-Dicho esto, lo golpeó en la cabeza y lo sacó de aquel terreno yermo. Aquella fue la primera vez que mató ángeles, y deseó seguir con su labor. El placer que le proporcionaba era indescriptible.

Aquella expedición no fue la única, y La Princesa de La Muerte se ocupó de todas y cada una de ellas.

Mientras tanto, en Airey...

  

-No podemos seguir enviando patrullas al infierno. Ninguna ha vuelto, y me estoy cansando de perder a mis guerreros.

-Lo sabemos, señor, pero su padre estableció que era necesario.

-Mi padre está muerto, y por culpa de una de esas expediciones.

-La sabemos señor, pero esto puede ser la base para acabar con los demonios.

-¿¡Cómo vamos a acabar con los demonios si ni siquiera somos capaces de entrar en su dimensión!?-exclamó, irritado.

-Lo sabemos señor, pero...

-Adiós.-les interrumpió- No ha sido un placer hablar con ustedes.

Abandonó la sala y se encerró en su habitación. Bebió un trago y se asomó al balcón. Dejó que el viento acariciase sus alas y revolviese sus plumas. Se sumergió en sus pensamientos. Todo se estaba desbordando, y se le acababa la paciencia. Y estaba preocupado. La preocupación y la incertidumbre ocupaban sus decisiones, y ya no era capaz de saber que era lo correcto y que no. Sintió un sentimiento de desagrado hacia su hermano por haberle convertido en su mano derecha y en jefe del ejército. Suspiró y se decidió. Ya que sus hombres no volvían, iría él mismo a buscarlos.

En cuando comunicó su decisión, se armó un gran revuelo, pero nadie se opuso. Escogió a cuatro de sus hombres, y partieron hacia lo que sería la peor pesadilla de los ángeles si estos soñaran.

-¡Lenna!

-Sí, señor. Enseguida me ocupo de aniquilarlos.

El ángel recorrió la misma ruta de siempre, para encontrarse con los mismos problemas de siempre, y resolverlos de la misma manera de siempre.

Observó a los ángeles desde la distancia, y atacó.

-¿¡Pero qué diablos...!?-exclamó uno de ellos. A Lenna le sorprendió este comentario, ya que ninguno de los estirados de los ángeles diría eso.

Pronto acabó con todos, menos con uno, el del comentario grosero. Se ensamblaron en una pelea que duró un tiempo que ninguno de los supo medir. Luchaban a la par, pero tuvieron que parar cuando el filo de sus espadas dejó de ser el que era. Lenna lo miró, extrañada. Nunca la habían igualado en un combate. No sabía quién era ese ángel, pero de inmediato tuvo claro una cosa: quería conocerle.

    

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2015 ⏰

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