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Cada vez que recuerdo todo lo que sucedió en esa oscura e inolvidable noche, mi cuerpo reacciona automáticamente, ardiendo en excitación y acelerando mi pulso, llevando mis dedos hacia mi vagina, cegada para la lujuria, y así imaginar que ella está otra vez enredada y viciada entre mis piernas.
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El plan de vacaciones era el siguiente:
-Llegar al aeropuerto dos horas antes del vuelo.
-Comprar y tomar las pastillas para el mareo.
-Mantener la calma en el avión.
-Cuidar nuestras pertenencias.
-Llegar al hotel.
-Entrar en contacto con el guía que nos mostrara la ciudad.
-Y por último divertirnos.
Eso era todo.
Pero como era de esperarse sucedió todo lo contrario a lo que se tenía pensando.
Bueno algunas cosas, lo digo para no ser tan pesimista.
Primero que todo llegamos tarde al aeropuerto, que, por un milagro, si es que se puede llamar así, el vuelo se había retrasado 20 minutos. Esperamos con paciencia mientras mi madre hacia un irritante ruido al masticas una goma de mascar, le comenté varias veces que eso me estresaba, pero ella solo ignoraba mis palabras.
Pasaron los minutos y por fin una mujer hablo sobre que el avión ya estaba listo, tome mis cosas para ir, olvidándome completamente de ¡las malditas pastillas para el mareo!, ya era tarde, cuando me acorde que debía comprarlas, estaba muy cómoda en mi asiento, volando entre las nubes.
