run after me ✈ kooktae

cero con un beso.

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AGOSTO-1975.

Trece años tenía Jungkook cuando él y su padre se mudaron a Estados Unidos.
Para el señor Jeon había surgido una oportunidad maravillosa de trabajo que no rechazó.

Llevaban un mes viviendo ahí en un lindo barrio, con vecinos amables y muy charladores. Se sintieron acogidos enseguida pues las personas que vivían a de la derecha, eran muy atentos.

La familia Kim, que por suerte eran de ascendencia asiática como ellos.

Los habían invitado a ambos a cenar en múltiples ocasiones. Tomaron confianza muy rápido haciendo que el señor Jeon y su pequeño hijo no se sintieran tan solos en la nueva ciudad.

—¿Quieres fruta mientras esperas que esté la comida?— la señora Kim le preguntó a Jungkook quien estaba sentado en el comedor con un libro en sus manos.

—no gracias señora.— sonrió sin mostrar los dientes.

Ella cuidaba de él en las tardes. Después de ver al padre del menor trabajar tantas horas y dejarlo sólo en casa, ella se ofreció.

—¿cómo va la escuela? ¿te haz adaptado? ¿haz hecho muchos amigos?— mientras lavaba los trastos que acababa de usar.

El bajó el libro. —bien ... supongo, no soy tan bueno comenzando las pláticas.— respondió apenado.

—deberías perder el miedo a hablar con los demás chicos al parecer por tus notas eres muy inteligente y eso te da temas para hablar.— sin mirarlo.

—gracias.— Jungkook sonrió mostrando sus lindos brackets.

Escucharon la puerta abrir y cerrar.

—debe ser Tae.— miró el reloj y supo que era la hora justa de que el autobus de su colegio privado lo dejara en casa. —¡cariño, ven a comer!—

—¡ya voy! — se escuchó desde la sala y unos momentos después entró.

Un chico bajo moreno, uniforme deportivo de seda, con rulos rubios cobrizos y caídos, bloqueando su vista sólo un poco pero no lo suficiente para cubrir el lunar a un costado de sus ojos delineados e intimidantes; Taehyung, el hijo único de los Kim, de la misma edad que Jungkook.

Jeon no le quitó la vista desde que entró al comedor, no era la primera vez que lo veía. Pero no sabía por qué no podía dejar de verlo hasta sentirse incómodo, había pasado ya dos semanas completas en su casa con su familia pero aún no habían cruzado palabra más que para saludos.

Después de saludar a su mamá, Taehyung se sentó en el otro extremo de la mesa, frente a Jungkook a quien ni siquiera miró.

—Kim Taehyung, saluda a Jungkook.— su mamá apagando la estufa, sin mirarlos.

Taehyung levantó la vista de la pulsera de su muñeca para mirar al otro joven. —hola.— seco.

Jungkook fue quien bajó la vista al libro. —hola.— estresado. Pues no lo miraba nunca, pero cuando lo miraba se sentía amenazado, el chico tenía una mirada de tigre al igual que su expresión así que no podía sostenerla. Aparte de la sensación extraña en su estómago bajo cuando él ponía su vista encima, le apenaba ponerse así sin explicación.