Keith miraba hacia el techo de su habitación mientras estaba acostado en su cama. Mantenía sus ojos muy abiertos y no despegaba su vista del frente, incluso pocas veces llegaba a cerrar sus párpados. Era imposible dormir con ese panorama frío y oscuro que ofrecía el lugar. A pesar de que las ventanas estaban abiertas, parecía que carecía de oxígeno; era sofocante, tal como el casillero en el que él había estado antes.
Quizá solo era su imaginación, aquella que le hacía fiel a su pequeño dueño.
Y en el Inter su cabeza formaba miles de horribles escenarios, con los acontecimientos posibles en esa vieja casa donde el patio de juegos se encontraba.
No podía apartar aquello transcurrido en ese día. El paso de los segundos era una eternidad, y aunque tenía la supuesta seguridad de su casa, era imposible ignorar la sensación que esa poca tranquilidad se desvanecería; temía que acabara en cualquier instante.
El escenario como su amigo invadieron su mente. Ya no podía soportarlo más, sin embargo, no sería de mucha ayuda si retrocediera sus pasos... Todo eso era mucho peor para él: no poder hacer nada.
Ahora pensaba que le había abandonado. Dicho pensamiento era constante y consistía en su querido amigo requiriendo algo de ayuda, por otra parte, el orgullo de su amigo se vería afectado; Keith pensó que de ese modo quizá pensaría que él no lo creía suficientemente fuerte para protegerse solo. Ese niño no carecía de orgullo, al contrario, seguramente se hubiera enojado por dejar rastro de duda. Lo recuerda con escozor y ahora se arrepiente de haberse ido, y no es justificación, pero ya no sabía que más hacer. El momento se le fue arrebatado de las manos.
Cerró sus ojos con presión para evitar que de aquellos salieran lágrimas. De pronto, escuchó un ruido en la ventana. Se sobresaltó asustado y se recargó en la cama para esperar a la persona de afuera.
Vió como aparecía una pequeña silueta detrás de la ventana poco a poco, hasta que finalmente se presenció con claridad.
Sus brillantes ojos plata se iluminaban con la tenue luz de la noche y sus labios se alargaron delicadamente hacia la derecha formando una pequeña sonrisa en su redondo rostro lleno de pecas.
Keith, con los ojos llorosos, corrió con alegría y aliviado en puntillas hacia la ventana para encontrarse con Pico.
Colocó sus manos en la abertura de su entrada y la recorrió lentamente, consiguiendo abrirla. Ambos se abrazaron con gran aferro, durando así unos segundos, luego Keith se separó.—AaAh- Pi- Pic- Pico— Dijo Keith con voz temblorosa, aún extrañado por sus repentinos cambios en su tono de voz
—¿Estás muy nervioso, cierto?— Preguntó Pico. El contrario solo asintió con la cabeza.
El niño de cabello azúl no podía verle muy bien en la oscuridad, pero con la poca luz del exterior notó que en su cuerpo y cara se mantenían las heridas anteriores y también unas nuevas no tan graves.
—¿Puedes soportarlo?—Keith miró a Pico con preocupación señalando sus heridas—
—Sí, está bien. Mi papá me enseñó a curarme cuando me lastimo— Vaya, que mierda, al menos estamos vivos— Dijo el de cabello naranja, liberando un suspiro de alivio
—Estoy feliz que ya no estés ahí— Keith sonrió y Pico le devolvió el gesto
—Tu mamá ya se durmió, no creo que se de cuenta que estoy aquí, solo no hay que hacer mucho ruido—
—Tampoco quiero eso, pero no entiendo, Pico. Yo creo que si hablamos con ella lo entenderá — No pudo evitar que el volumen de su voz redujera
Ambos se sentaron en la cama, en eso Pico dirige su mirada a Keith y él hace lo mismo.
— Tengo que decirte algo...—Hizo una pequeña pausa para tomar aire— No me puedo quedar aquí—
Los ojos negros de Keith perdieron ese brillo que iluminó sus ojos anteriormente.
—He hecho algo malo, eso creo. Es algo que no tuve opción. Ellos querían matarme y casi te lastiman a ti. Me culparon por lo que pasó en la escuela y se enterarán tarde o temprano sobre esos policías— Siguió con seriedad y con gran presión en el pecho.
—Lo siento. Pero no quiero que esto sea aún peor— Expresó Pico cabizbajo.
Evadía tener contacto visual con el chico y tampoco quería mostrarse muy afectado por su dolorosa despedida... Aún quería estar con él, añoraba volver días atrás, estando en ese lugar especial, donde se juntaban a jugar. Aún tenían muchas experiencias por tener, aún tenían juegos que planear, aún tenían miradas que intercambiar y promesas de niño que cumplir.
—N- N99 quiero que te vayas, eres mi mejor amigo, y no podré saber nada de ti— A Keith se le quebraba la voz conforme hablaba, estaba a punto de soltar el llanto
Cubrió con ambas manos su rostro para dejar que sus lágrimas salieran, no pudo contenerlo más,estaba aterrado, pareciera que tendría un ataque de ansiedad en ese momento. Temblaba y sollozaba de forma desesperada. Estaba experimentando una serie de sensaciones que no podía entender.
El de cabello anaranjado tomó sus manos con delicadeza y las apartó de su cara, dejando ver el triste rostro de Keith, de esta forma los dos pudieron verse a los ojos directamente.
—Sé que esto es una mierda, tampoco me gusta la porquería de situación que el día de hoy estamos pasando, pero... Sino me voy ahora quizá nunca pueda volver a verte— Hizo una pausa para suspirar— Eso es a lo que más le tengo miedo, Keith— Con su dedo índice le secó una lágrima—
—Lo siento. Entiendo si me odias por e- —Fue interrumpido
—No fuiste tú, yo lo sé, fueron ellos y quisiera que todos supieran la verdad, pero temo que no lo vayan a entender y nunca te dejen en paz—
Pico suspiró y le sonrió con más alivio. Se creía afortunado de tener alguien tan comprensivo como él a su lado. En un momento a otro su expresión cambio para mirar al suelo con pesadez.
—Es así, Beep— Dijo el pelirrojo refiriéndose a su amigo con el apodo que él mismo le había asignado cariñosamente
—Keith— El mencionado prestó atención— Prométeme que nunca me vas a buscar. Tal vez no nos veremos por un largo tiempo, espero que no sea tanto— Se volteó hacia atrás y volvió con unas cosas en las manos— Te he traído tu ropa
Miró y no pudo evitar soltar un ligero sollozo. Eso provenía de su lugar especial. Su corazón sufría un vuelvo horrendo.
En sus manos extendidas le mostraba lo que era la camisa de Keith y su gorra color rojo con azul. Keith tomó las dos prendas para luego dejarlas a un lado y abrazar fuertemente a Pico de nuevo. Él, sorprendido, correspondió el abrazo con la misma fuerza dejando caer su cabeza en el hombro de quien fue su primer hogar.
Transcurridos unos segundos, se separaron del abrazo, quedando Keith sentado en la cama, mirando como poco a poco su amigo se distanciaba en cada paso, hacia afuera hasta el momento de ver el cuarto vacío.
—Te quiero, Pico. — Y él desapareció entre la oscuridad nocturna.
Se escuchó el ruido de la puerta principal cerrarse, poco después una voz grave y alarmada retumbó en la habitación del niño.
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White eyes [Pico x Keith]
FanfictionDesde niños, Keith y Pico estaban enamorados, su ilusión más grande era estar juntos, sin embargo una serie de acontecimientos marcaron la vida de ambos. Tras una pelea y al no ser como esperaban deciden cortar esos lazos. Después de años vuelven a...