𝕰𝖓𝖊𝖒𝖎𝖌𝖔 𝖔𝖘𝖈𝖚𝖗𝖔 #2(𝕋𝕖𝕖𝕟 𝕎𝕠𝕝𝕗 𝕗𝕒𝕟𝕗𝕚𝕔𝕥𝕚𝕠𝕟) [ 𝕤.𝕤]

Prologo

POV Josephine

—Sabes que ya inició, ¿no? —La voz de Deaton es tranquila, pero sus ojos me analizan con cautela.

Cruzo los brazos y me recargo contra la mesa con una sonrisa ladeada.

—Obvio, Deaton. No soy estúpida.

Él suspira.

—Josephine… ellos también lo saben. Sabían que habría consecuencias.

—Y aún así lo hicieron. —Me encojo de hombros, fingiendo indiferencia—. Qué sorpresa.

Deaton me observa con paciencia. Odio eso. Como si estuviera esperando a que me rompa, a que diga que me afecta. Pero no lo haré. No le daré ese placer.

—Lo que está pasando terminará mal —dice, bajando la mirada.

—Sí, bueno. No es mi culpa que algunos no sepan jugar con fuego sin quemarse.

—Lo siento.

Me río, pero suena vacía.

—¿Tú lo sientes? ¿Por qué? No eres tú el que escucha sus gritos.

Veo cómo su postura se tensa. Atrapé su atención.

—¿Qué ves en tus sueños?

Dejo escapar un suspiro y finjo que la pregunta me fastidia más de lo que realmente lo hace.

—Lo mismo de siempre. Oscuridad. Desesperación. Gritos. —Levanto la mirada y mi expresión es serena, casi aburrida—. El Nemeton brillando en medio de todo, como si fuera el maldito faro del infierno.

Bajo la vista a mis manos. Siguen temblando. Aprieto los puños hasta que el dolor las obliga a calmarse.

—Pero el que más sufre es Stiles.

Deaton se inclina levemente hacia adelante.

—¿Por qué?

Hago una pausa, disfrutando de la expectación.

—Porque es el que menos estaba preparado para esto. Está asustado, agotado… —Mi sonrisa se afila—. La mayoría de las veces está llorando y gritando.

Deaton frunce el ceño.

—¿Esto sucede porque aún no te has desvinculado de ellos?

Ruedo los ojos.

—Sí, pero… —levanto una ceja, dándole un tono despreocupado—. Ese día yo también me sacrifiqué, por si lo habías olvidado.

—Entonces, ¿por qué no solo te desvinculas?

Le sostengo la mirada y dejo caer las palabras como un golpe.

—Porque si lo hago, se volverán locos. Y la oscuridad los consumirá.

Silencio.

—Lo siento, Josephine.

Sonrío con suficiencia, como si esto fuera solo un juego del que ya conozco el final.

—¿Sabes qué es lo peor? —Lo miro, inclinándome un poco sobre la mesa, como si estuviera a punto de contarle un secreto—. Que aunque esté despierta… aún los escucho gritar.

Mi sonrisa no se desvanece, pero hay algo en mis ojos que lo hace apartar la mirada.

—¿Y qué gritan?

Mi expresión se mantiene firme. Orgullosa. Intocable.

Pero por dentro, la oscuridad se retuerce.

—Stiles…

Y aunque mi voz suena tranquila, sé que en el fondo de mi mente, en lo más profundo de ese abismo al que aún no caigo… estoy gritando con ellos.