La Gran Noticia II

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Pov Suho

Mi mirada estaba fijada en el computador, en el cual se reproducía un vídeo musical de uno de los mejores violinistas del país. Por decisión de mis padres debía aprender a tocar el violín, la melodía era tranquila pero no me llamaba la atención tocar música clásica.

Según mi madre animaría las fiestas con mi tocar, y mi padre, quería que tocase para sus reuniones sociales, eso me ayudaría a ser digno para ellos, como ante la vista de los demás.

Oprimí el botón en la computadora para pausar el vídeo, era mi turno, coloqué el violín en la posición correcta apoyando mi mentón en la mentonera. Cerré mis ojos soltando un corto suspiro, quería poder lograrlo sin alguna equivocación. Posicioné el arco en una de las cuerdas cuando escuché mi puerta ser tocada.

Abrí mis ojos de golpe, para colocar el instrumento en su funda y levantarme del pequeño mueble, al abrir la puerta encontré a mi progenitora del otro lado lo cual me pareció extraño ya que mi madre no interrumpía en mis tiempos de práctica.

– Madre, justo estaba por empezar a practicar.

Pronuncie con una sonrisa, me aleje de la puerta dándole espacio a que mi mamá entrara y en eso vi cómo mi padre se adentraba a mi habitación. Inmediatamente me incliné haciendo una pequeña reverencia ante el mayor, mi padre era una persona muy ocupada y comprometido con su trabajo por lo que no paraba en casa, era peculiar.

– Buenas tardes, Padre ¿Sucedió algo?

¿Acaso tenía algo por decirme? ¿Había hecho algo malo? Seguí a mi padre con la mirada notando su atención puesta en el violín sobrepuesto en su funda. Sentía nervios y ansiedad sin dejar de ver todos sus movimientos atentamente.

– Si tan solo tus manos fueran tan buenas como las de él, si tan solo te esforzaras lo necesario.

Tragué un poco mi saliva y bajé un poco la mirada, detestaba tanto oír lo imperfecto que era para mi padre, apenas llevaba poco tiempo aprendiendo, aún cometía errores.

– Lo siento, Padre, mejorar lo prometo.

Habían ocasiones en las que solo deseaba una vida normal, una donde la perfección no importe, mucho menos lo que opine la gente, pero ese no era mi caso. Debía seguir siendo el hijo perfecto para mis padres.

– No interesa, no vine a hablar de eso, tengo que comentarte algo.

Mi padre llevaba una mirada seria en su rostro, su mirada era fija hacia mi persona que me cansaba en solo pensar qué era lo que me tenía que comentar.

– Te casarás en dos meses.

Dijo con calma y sin algún pelo en la lengua. Sentí mi corazón dejar de latir por segundos, ¿debía contraer matrimonio?, no lo entendía, ¿qué era lo que había hecho mal? Mis brazos empezaron a tambalear un poco junto a mis pies.

– Padre.. yo no me quiero casar.

Levanté la mirada viéndolo con los ojos enrojecidos y un tanto aguados por las ganas de romper el llanto.

– No te pregunté si quieres hacerlo o no, ya está decidido. Además, es lo mejor para la empresa, unirnos con la empresa de la familia Oh traerá buenos frutos y en un excelente futuro para todos.

Interrumpí su hablar negándome a lo que acababa de decir.

– ¿Es lo mejor para la empresa? ¿Es lo único que te importa? ¡¿Te has preguntado si soy feliz con la vida que vivo?!

No podía creer lo que estaba escuchando de la boca de mi progenitor, y claro que mi madre estaba de acuerdo, a ella solo le importaba el decir de mi padre, nunca lo contradecía.

– ¿Crees que seré feliz contrayendo matrimonio? ¡Me estás vendiendo para beneficio tuyo y de tu Maldita empresa!

En mi padre veía la furia, aquella mirada que de pequeño temía e hacía lo posible para evitar que apareciera y se posar a sobre mi justo como ahora.

– ¡¿Y QUÉ?! ¡¿SIRVES PARA ALGO?! La felicidad no interesa si tienes riquezas en tu vida, ¿no crees?. Gracias a esos beneficios te he mantenido y dado todo lo que quieres.

Lo miré con desprecio negándome, no podía creer lo que estaban haciendo, una completa injusticia.

– No lo haré, no soy ni seré nunca un hijo ejemplar para ustedes.

Mi padre soltó una carcajada y caminó hacia la puerta con suma tranquilidad.

– Te amenazaría con el dinero pero sé que contigo no funcionará, solo te diré que si no lo haces, me encargaré de destruirte, no me importa si eres o no mi hijo. También, puedo decir que tengo un hijo loco, fuera de casillas, uno que se atrevió a golpearme. No te atrevas a negarte.

Fue lo último que dijo para salir de mi habitación, tiré la puerta con fuerza haciéndola sonar por toda la casa y fui directo a mi cama tirándome en ella dejando que mi almohada sea inundada por mis lágrimas y gritos de frustración y dolor, no entendía la injusticia de la vida porque de todas las personas en el mundo, me tenía que pasar esto a mi. Los odiaba, odiaba a todos y todo en esta maldita familia, detestaba ser su hijo, detestaba ser parte de esta horrible pesadilla que cada vez se ponía peor.

¿Destino o Casualidad? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora