Master Mine Libro 1: Una lección de sumisión (TRADUCCIÓN)

Capitulo 2

NOTA:

SE SUBIRA TODOS LOS CAPITULOS TODOS LOS DIAS, YA QUE ESTE COMPLETA SE CORREGIRAN LOS ERRORES.

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No podía creer que estuviera contemplando hacer esto. Se quedó mirando la fachada del edificio secreto durante la última hora. No era la primera vez que llegaba a este lugar en las últimas dos semanas y se quedaba fuera temblando como una hoja. El edificio era industrial, de piedra gris oscura con un techo de metal más oscuro. Las ventanas tenían barrotes de prisión y la puerta principal era pesada y metálica, con grandes pernos remachados que enmarcaban el borde y la ventana. Había visto entrar a algunas personas esta tarde y sabía que la ventana se abría. Parecía haber una contraseña. Esperaba que la tarjeta de visita que llevaba y los nombres que tenía fueran suficientes para entrar.

Porque iba a entrar esta noche. Tenía que hacerlo. Tenía tantas preguntas. Tantos deseos. Había investigado al máximo desde su encuentro fortuito y había descubierto el mundo no tan oculto de la dominación y la sumisión. Por no hablar del bondage, los juegos de rol, los castigos, la estimulación eléctrica, los juguetes que nunca hubiera imaginado, la humillación pública, el exhibicionismo, y la lista seguía.

Lo que más le intrigaba era el acto de ser sumisa. De dejarse llevar. De no tener que tener el control. Repitió una y otra vez en su mente los azotes que vio recibir a Rose por parte del amo Etan. Cada vez se mojaba más que la anterior.

Inspiró profundamente y se dirigió a la puerta.

El mago la observó con recelo a través de sus cámaras de seguridad mágicas. No era la primera vez que la chica Granger se presentaba aquí, de pie fuera como un ratón atrapado en la luz de la varita. Sentía curiosidad por saber qué hacía una chica como ella en un lugar como éste. Una parte de él la observaba con la esperanza de que entrara en su establecimiento, y la otra parte la observaba con la esperanza de que desapareciera y no volviera jamás. La pequeña sabelotodo había sido una verdadera espina en su costado durante siete años de su miserable existencia.

Sin embargo... la idea de que ella se interesara por este mundo -un mundo que él controlaba con puño de hierro- era extremadamente intrigante. Especialmente si ella pudiera ser convencida de ir con él. ¿No sería agradable tener el derecho a presumir de dárselo a la Chica Dorada? ¿La princesa de la Torre Gryffindor? ¿Ser la primera en darle la bienvenida al lado oscuro de los placeres sexuales? ¿Satisfacer sus tendencias de sabelotodo y realmente... enseñarle todo? Había tenido su cuota de introducciones primarias a este mundo, todas ellas memorables por derecho propio. Nada ni nadie se compararía con domar a esta pequeña leona, es decir, si era de naturaleza sumisa. Cualquier otra cosa no satisfaría sus tendencias dominantes. Ah, a quién quería engañar. Tendencias. Era dominante hasta la médula.

Se le revolvió el estómago y sintió que se le torcía la cara en una sonrisa de oreja a oreja cuando la vio acercarse a la puerta por primera vez desde que la había visto merodeando hace casi dos semanas. Parecía que por fin había conseguido que ese coraje de Gryffindor se atornillara hasta el punto de que se le atascara.

Hizo clic en el walkie-talkie mágico que tenía en la cadera y su sedosa voz se oyó por encima de la alimentación del portero. "Bruja de pelo rizado de unos veinte años está a punto de entrar. Si no tiene la contraseña o los nombres que hay que dejar caer, déjala entrar de todos modos. Si tiene alguna de esas cosas, quiero saberlo".

Escuchó una respuesta afirmativa a su directiva y rápidamente se dirigió a la barra. "Johnathan". Hizo un gesto al camarero para que viniera a charlar con él un momento. "Va a entrar una morena de pelo rizado de unos veinte años. Supongo que parará aquí. Habla con ella, quiero saber su historia. Cuando la tengas, ven a buscarme".