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—¿Que hiciste qué?— vociferó Mattsun en el interior del invernadero.

Oikawa había llamado a su amigo de la infancia cintandolo donde siempre se encontraban, en ese santuario que albergaba la más preciosa de la flora y sus más profundos secretos, quería que lo ayudará a entender por qué de pronto las marcas de sus poderes habían decidido expandirse, pero desgraciadamente para llegar a ese punto tuvo que contarle lo que había sucedido entre él y Sugawara, cosa que empezaba a considerar como una mala idea.

—Oikawa, tú no eres así— negó con la cabeza mientras trataba de entender las razones que había orillado al castaño a cometer semejante insensatez. Él no era así ¿Quién era ese chico para que logrará que Tooru usará sus poderes? Sinceramente era un hecho imposible de creer porque lo conocía desde su infancia y sabía que cuando ambos se percataron de lo que sucedía con el botánico fue una gran sorpresa, sorpresa que en un inicio ambos consideraron un bendición, pero con el pasar de los días y entre más alcance tenía parecía volverse una maldición difícil de controlar.

Crecía y se extendía igual a una rebelde enredadera.

—¿Qué querías que hiciera? cuando vi ya lo tenía encima mío— se defendió mientras recargaba su peso en una mesa cercana y se cruzaba de brazos —Las cosas se dieron por si solas— volvió a decir y frunció el entrecejo ¿No lo había escuchado?

—Pudiste detenerte, pero no. Decidiste llevarlo hasta este desastroso final— contraataco el pelinegro con cierta molestia —¿Por qué no lo hiciste? ¿Por qué no lo detuviste?—cuestionó tratando de comprender y entender ¿Que estaba pasando por su cabeza? —¿Qué diablos te sucede?—

—Porque no quise— Oikawa contestó con simpleza y como si su deseo por consumar lo que pasó fuera claro a primera vista

—Eres un caso pérdido. Nunca pensé que llegarás tan lejos para conseguir lo que quisieras—bufó —¿Puedes imaginar lo que ese chico ha de estar sintiendo en este momento?— preguntó mientras se acercaba al castaño y lo tomaba de los hombros para zarandearlo un poco —Te largaste y lo dejaste solo en su confusión—

Auch

Eso había sido un golpe bajo, no lo había considerado. Tanto fue su pánico que no se detuvo a pensar en los sentimientos de con quien había pasado la noche entre las sábanas, encamados y enredados, se sentía un sinvergüenza de lo peor, había tomado todo lo que quiso de su cuerpo y sólo dejó una estúpida nota.

Si hubiera sido de cualquier otra persona no le hubiera importado, pero estaban hablando de alguien que había despertado cuestiones que nunca había experimentado y claramente le importaba. Se llevó una palma a la frente en señal de su frustración y suspiró

Se lo compensaría.

—Oikawa— Mattsun lo volvió a llamar —Realmente quiero entender tus motivos, pero me cuesta creer lo que hiciste. Tú nunca has sido así y siempre odiaste tener el control sobre los demás a causa de tu fragancia, siempre has conseguido lo que querías sin hacer uso de ellos, entonces por qué lo hicis...

—Porque me rechazó— murmuró tomando por sorpresa al pelinegro —Me rechazó y mi orgullo se sintió herido, no fui consciente hasta que ya era muy tarde, hasta que yo perdí mi propio autocontrol y me extravié entre sus besos que aunque no fueron sinceros yo los sentí de esa forma— explicó mientras miraba hacía sus rosas con cierta decepción, nada de lo que había pasado entre Koushi y él fue real, nada. Todo había sido producto del instinto naciente al ser expuesto a esa cruel fragancia de rosas, si Sugawara se le había entregado únicamente había sido porque fue envenenado por las toxinas que no supo controlar. Tuvo al peligris entre sus brazos y lo marcó como suyo, pero la realidad era que eso sólo se trataba de una vil mentira, no le pertenecía por más que quisiera y por más que lo deseara.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora