𝗘𝗹 𝗕𝗲𝗯𝗲́ 𝗱𝗲 𝗟𝗼𝘀 𝗣𝗿𝗼 𝗛𝗲́𝗿𝗼𝗲𝘀
Un adolescente pierde a su madre por un accidente doméstico, reprueba un examen, tiene baja autoestima, etc. ¿Y ahora sus profesores deciden adoptarlo y cuidarlo como un niño pequeño? ¿Están todos loco...
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Midoriya Izuku, es un joven de quince años. Es estudiante de la Yūei, una de las academias de héroes más prestigiosas de Japón. Este se encontraba entrenando con sus compañeros junto a los héroes profesionales, que habían ido a ver su evolución y sus profesores.
—¡Vamos jóvenes!—Alentó Toshinori, mientras observaba a su discípulo dando todo de él, estaba orgulloso, pero no era favoritismo. Claro que no.
—¡Nee..~!—Chilló.—¡Amo a esta nueva súper generación de héroes! ¡Son tan jóvenes y con un gran espíritu!—Exclamó Nemuri, mientras giró en su sitio con sus brazos estirados, era tan emocionante ver el proceso de cada día de los adolescentes.
—E..estoy agotada, me rindo..—Su respiración era agitada y cada vez le faltaba más el aire, el peliverde la miró y le ofreció ayuda.
—¡Uraraka-san! ¿Te ayudo?—Vio a la joven tirarse de forma dramáticamente al césped, de manera rápida se acercó hacia ella.—¿Te encuentras bien? ¿Necesitas que llame a Aizawa-sensei?—Preguntó preocupado Midoriya, la pelicastaña solo le dedicó una sonrisa débil y como pudo habló.
—El día que Aizawa-sensei tenga piedad de mí y me deje ir a descansar, será el fin del mundo.—El peliverde solo pudo soltar una suave carcajada, hasta que se escuchó la voz de su profesor a lo lejos.
—¡Uraraka, ve a sentarte a la banca! ¡Luego retomas el tiempo perdido!—Gritó desde lejos Shōta, por otro lado Ochako sentía que se venía el apocalipsis o algo por el estilo, era tal cual como lo había dicho.
—¡Es el fin del mundo!—Gritó, a la vez iba corriendo a su salvación, la banca. Los demás alumnos la miraron extrañados, excepto Midoriya, este solo reía ante la actitud de su mejor amiga.
—Midoriya, ¿Qué le sucede a Uraraka? ¿Le afecto el calor?—Preguntó el heterocromiano, mientras que se limpiaba el sudor de su rostro con su remera, dejando a la vista su cuerpo demasiado tonificado. Esto hizo que Midoriya se ruborizara levemente, pero sacando eso de su mente respondió.
—¿E..eh?—Dio un leve chillido.—Al parecer sí.—Soltó una leve risilla, para luego mirar a su mejor amiga a la cual le faltaban unos cuantos tantos tornillos.
De repente se escuchó la voz de Shōta a través de un megáfono, avisando a los estudiantes que habían terminado los entrenamientos y era hora de volver al salón. En ese instante, todos suspiran de manera aliviada y agotada, algunos se dejaron caer al césped, mientras que otros fueron a los vestidores a buscar el uniforme normal.
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Cuando todos ya se encontraban en el salón de clases y sentados, el azabache anuncia algo que dejó a los alumnos asombrados, aterrados, y a algunos con ganas de morir.
