Libros y café

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Libros y café así fue como el niño que vivió, Harry Potter conoció al que sería su pareja.

Sí, ya se imaginaría el escándalo que haría el mundo mágico cuando Rita Steeker hiciera pública su relación en el diario El Profeta, pero a decir verdad a él poco le importaba ya iba siendo hora de que él tuviera su pedacito de felicidad después de haber peleado en la Segunda Guerra Mágica.

Él era un chico tímido, que odiaba ser el centro de atención, pero que siempre esperaba contar con alguien con quién platicar libremente y expresarse sin ningún filtro, aunque a veces estuviera equivocado, pero adoraba cuando lo corregían con amor y respeto, sin insultar, a veces tanto odio lo abrumaba y eso que los magos ¡no tenían Twitter!

Lo que a él le gustaba era debatir con respeto y apreciar distintas formas de ver la vida, hablar y debrayar sobre el universo y si en otros planetas existirá o no la magia. 

Sí, ese era el verdadero Harry Potter y solo pocos lo sabían como sus amigos Ron, Hermione, Luna y Neville.

Ese chico de gafas con cicatriz en forma de rayo tenía un alma romántica y bondadosa que gustaba de historias de amor honesto, sencillo, bonito, positivo y que te hacía ser una mejor persona y sus canciones muggles favoritas (como 'Love Story' de Taylor Swift) lo confirmaban.

Ese cariño que trasciende a lo espiritual, ese que perdura con el paso de los años, que no lo ves, pero lo sientes cálido en tu persona, como un café, esa bebida caliente que prepara el corazón para recibir el mayor regalo de todos: el amor.

Y así fue justamente como Harry se dio una oportunidad con aquel hombre 15 años mayor que él con libros y café.

Recordaba que era una fría y lluviosa tarde en Irlanda. Él estaba de vacaciones (forzosas) intentando juntar los cachitos de su alma rota. La guerra lo había afectado más de lo que algunos suponían. ¿Y cómo no hacerlo si desde que fue un niño le metieron la idea de que 'sería' alguien grande? El héroe que el mundo mágico necesitaba. Lo peor es que esa era una carga demasiado pesada para los hombros de un niño de solo 11 años y crecer a la par de las expectativas de la gente era algo frustrante y cansado.

Aún se acordaba aquel artículo de Rita Skeeter que criticaba fuertemente a Dumbledore por alejarlo del mundo mágico y de su herencia que por derecho tenía... conocer su legado.

Pero de las pocas cosas buenas que hizo Albus Dumbledore fue justamente esa, agradecía en cierta forma haber tenido una 'infancia normal' lejos de cámaras y reflectores.

Una vez que la guerra mágica terminó decidió meterse a la escuela de aurores y estudiar y trabajar sin descanso, pero eso lo llevó a tener un colapso de crisis nerviosa. Así fue como su director y sus amigos le obligaron a tomar unas vacaciones forzadas y aunque en su momento los odió, hoy se los agradecía.

Siempre quiso conocer Irlanda así que aprovecho esa escapada para visitar ese país, el mundo era más tranquilo, lleno de museos, casonas antiguas y bibliotecas preciosas. Sin mencionar los paisajes verde jade que había en los bosques y jardines. En Irlanda, el mundo mágico era más tranquilo solo tal vez cuando había algún festival, pero adoraba que hubiera poca gente que se enterará que él estaba ahí.

Fue durante esa tarde lluviosa que decidió salir, su cabello era un desastre gracias al clima, pero poco le importó, se colocó sus botas de lluvia, su cazadora y salió a caminar. Cuando vio la lluvia tomó su varita e hizo un hechizo repelente de agua, al menos mientras llegaba al pequeño pueblo.

Una vez que llegó a su cafetería favorita y cruzó la puerta, el aroma de la cafeína inundó sus fosas nasales así como el de las especias y el azúcar que había.

Libros y caféWhere stories live. Discover now