𝘀𝗶𝗻𝘀. ˖ 溫𓍢 ˓ 𝗻𝗼𝗺𝗶𝗻.

⠀⠀⠀ ﾞ𝗼𝗻𝗲. ♥︎ ִֶָ𓂅

O1. ── ♥︎ ── ONE.

Na Jaemin realmente nunca se había considerado amante de los cambios. Mucho menos de los bruscos, de esos que se te presentaban de un día a otro y no quedaba mas opción que aceptarlo y lidiar con ello, causando que toda tu vida se convierta en un remolino de cosas nuevas a las que no estas acostumbrado.

La noche en que sus padres se separaron el supo que nada iba a ser igual; y no estaba equivocado. A decir verdad era algo que ya se lo veía venir, pero a pesar de eso aquel dolor instalado en su pecho no decía lo mismo. Le había dolido como un infierno saber que el amor entre sus progenitores había llegado a su fin, mas su abuela una vez le dijo que eso era parte de la vida, que cuando el amor se acababa solamente quedaba aceptarlo y seguir adelante, no insistir donde siquiera quedaban rastros de cenizas. Y eso ayudó a que la aceptación fuese menos dolorosa que en un inicio.

El amor siempre le fue algo complejo, principalmente porque nunca lo comprendió o experimentó. Jaemin nunca iba a comprender por que este llevaba a las personas a cometer tantas estupideces en sus vidas, por que a algunos les arruinaba la misma y a otros las mejoraba de manera drástica. No iba a entenderlo porque nunca lo sintió, no aquel amor puro y cegador que tiene uno dentro cuando esta con esa persona, cuando cae perdidamente enamorado de alguien. Nunca le había pasado, y el tampoco se molestaba en apurarlo en llegar, otro consejo de su abuela al fin y al cabo.

Suspiró quejumbrosamente mientras sostenía un libro entre sus manos, el cual se resaltaba por el llamativo titulo en letras doradas "los prejuicios de un buen amor". Soltó una risa irónica antes de guardarlo dentro de la caja de cartón en la cual descansaban un par de objetos mas con un menor valor. Si había algo que le estresaba era el hecho de tener que guardar y meter cosas para llevarlas de un lado a otro. Sentía que era todo un cansancio físico y mental a la hora de asegurarse de que nada quedase fuera o llegara a extraviarse.

— ¿Qué tal todo por aquí? —Escuchó la suave y melódica voz de su madre, Irene, mientras esta se hacia paso en su habitación luego de haber dado dos pequeños toquecitos con sus nudillos—. ¿Quieres que te ayude, Nana?

El rubio negó mientras se ponía de pie y limpiaba de sus pantalones la tierra que comenzó a aparecer en el suelo de su, ya vacío, cuarto—. Oh, no te preocupes, ma. Ya solo me queda esa estantería de allá y todo va a estar mas que listo.

La mujer de cabellos igualmente rubios —dorados bajo la luz del sol—, sonrió con cierta dulzura antes de acercarse a su hijo y acariciar delicadamente los cabellos del mismo—. Esta bien, cielo. Gracias por hacer este esfuerzo por mi... realmente significa mucho, mas cuando se que esto es algo grande para ti y para nada sencillo de asimilar de un día a otro —Suspiró deslizando la yema de sus dedos por el flequillo del menor para apartarlo un poco de sus bonitas orbes esmeraldas, las cuales heredó de ella.

Jaemin le devolvió la sonrisa antes de tomar la mano de su madre y dejar en la misma un casto beso—. No tienes nada que agradecerme, mamá. Tú... se que tú eres feliz con YoonOh, y tu felicidad siempre va a ser mi felicidad. Estoy contento por ti, de que luego de años le hayas vuelto a dar una oportunidad al amor y los dos sabemos que no fue del todo sencillo que eso pase —Ambos soltaron una baja risa recordando aquellas citas nocturnas de Irene, las cuales terminaban en largas quejas, las cuales siempre le contaba a su hijo pues era divertido ver las reacciones del menor mientras degustaban helado en la sala de estar—. Lo único que importa aquí es que ese hombre te hace feliz.

Irene acunó el rostro del rubio antes de dejar un casto pero amoroso beso en su frente—. ¿En serio eres mi hijo? Pareces mas como mi mejor amigo —Volvieron a reír—. Bien, te dejo terminar de empacar todo esto y mañana temprano vendrá el camión de la mudanza a llevarse los muebles. Recuerda la cena de esta noche, ¿Si?