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La cuarta botella. Solo me faltan tres. Voy a bajo para rellenar la botella y así suponiendo que adelgazare los veinte dos kilos y así lograr a lo treinta Kilos. Todo el mundo piensa que estoy loca e incluso enferma. Una foca como yo tiene que adelgazar muchos Kilos. Mi madre se acerca  a mí y me habla.
- ¿Otra botella? ¿Clara?- me dice con una cara de tristeza absoluta.
Ya está la gorda esta pesada jodiendome la vida y haciéndomela imposible.
-Si .
Después de unos interminables minutos me mira con ojos vidriosos y me sujeta las manos, me habla de lo mal que lo hemos pasado con mi  ''enfermedad´´, lo digo así porque yo no pienso que sea una enfermedad sino una forma de , de…De quererse y de aceptarse a uno mismo. Yo no pienso que tenga anorexia yo tengo obesidad si obesidad, otra cosa es que ellos no lo comprendan yo quiero ser así.
Mi madre drásticamente cambia de tema y me comunica, después de hablarme de mi ''enfermedad´´  que es la hora de comer.
Para mí la hora de comer es la peor hora del día, con creces. La odio porque mi madre siempre me atiborra (o al menos lo intenta) como si fuera un pavo que más tarde me cortaría el pescuezo para comérselo.
Hoy toca guisantes con pescado. Analizo el plato. Los guisantes no engordan mucho, pero el pescado…De todas maneras no me voy a comer nada así que no sé porque me quejo, sinceramente.
Mi  madre se sienta a mi lado y me da de comer. Resulta algo muy triste y muy penoso pero esa es la única forma de que yo, una niña de 16 años pueda comer. Finalmente lo consigo, consigo comerme todo el plato. Mi madre se tiene que ir a trabajar y yo me quedo sola como todas las tardes. Cuando mi madre se va voy directa al retrete para meterme los dedos antes que lo digiera. Me meto los dedos, noto la campanilla y consigo llegar con los dedos hasta la garganta hasta que por fin vomito. El vomito está mezclado con sangre porque lo he hecho muchas veces y eso, el meterme los dedos me creara heridas. Estoy un rato con el sabor a sangre, pero ya una se acostumbra, ya es como la fragancia oficial de mi boca.
Después me miro al espejo, veo a una Clara gorda, fea, fofa y extremadamente pálida. Como estoy tan pálida decido ir a correr a la calle para que me dé el sol y para adelgazar algo, porque noto que todo el pescado no lo vomite. Me preparo para ello y noto al ponerme las zapatillas que estoy tan, tan gorda y obesa que no se me nota el hueso del pie. Me agobio, me agobio mucho, tanto que noto una gota de sudor ardiendo bajándome por la espalda, la atraviesa sutilmente, y muy lentamente después de la gota vienen los picores en la espalda y mucho calor.
Finalmente salgo a correr con trozo de hielo en mano, para quitarme el hambre.

Memorias de una anorexicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora