1- Sueño o déjà vu

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—¿Peter has escuchado hablar de portales entre planetas? —

Me quedo aturdido, sentado en mi cama con mi espalda desnuda pegada a la fría pared, preguntando a mi cerebro ¿Qué rayos pasa aquí?

El anciano de capa roja y barba blanca responde a su misma pregunta frente a mí en un tono grotesco de sabiduría superior —pues yo sí, y quiero mostrarte—  dice el misterioso desconocido mientras clava sus ojos sobre mí y me observa tragar saliva seca.

Da una vuelta sobre sus pies y se retira abriendo la puerta de la habitación y antes de salir afirma en un tono profundo:
—Ya tienes diecisiete años Peter, es tiempo— acto seguido suena la alarma de mi cuarto a las tres en punto de la madrugada.

—Todo esto me volvió a ocurrir en sueños ayer— Le comento con voz rajada a mi mejor amiga Rachel, la confidente de mis secretos, mientras vamos camino al cole.

—No seas tan dramático, por favor fue un sueño...— lo dice tratando de calmarme con gesto de niñera bonita.

Rachel sí que sabía cómo controlarme, ella conocía mis puntos débiles y cuando me miraba con esos ojazos verdes que tenía podría asegurar que el suelo temblaba.

—Rach— así le digo de cariño —es que fue tan real, y eso es lo que me preocupa—le expreso frunciendo el ceño.

—A ver... Peter piensa por un momento y escúchate tú mismo— me gesticula con sus dos manos, que terminan apuntándome como revólveres.

—Umju... ya lo hice—encojo mis hombros y arqueo mis cejas.

—¿En serio vas a creer que ese sueño fue real? — abre sus radiantes ojos como platos.

—Portales… entre planetas— me observa como si estuviese enfermo.

—Cuando la NASA misma no ha demostrado ni siquiera vida en Marte— bufa y toca mi frente—Bueno… al menos no tienes fiebre—

—¡Racheeel!— le grito un poco buscando su atención.

—¿Eres mi amiga o no lo eres? — la tomo por las curvas de sus hombros y me pongo frente a ella.

—Claro que lo soy Peter Lerom—me responde con esa tierna mirada sincera. Posdata: Ella me debilita cuando me responde así.

—Es que ya es la segunda vez que sueño lo mismo en menos de una semana— le cuento angustiado mientras mis negros ojos se dirigen a los suyos buscando apoyo urgente. 

—¡¿Dos veces?!—Rachel se me queda expectante en asombro total.

—¿Por qué no empezaste por ahí? — comenta ahora más preocupada.

—Es que sí te lo dije de cierto modo— muerdo mi labio inferior.

—Te dije que había vuelto a ocurrir—observo su rostro en pausa y le hago un gesto con mis ojos para que dijera algo, santa berenjena, su silencio ya era incómodo. Mientras ella me lo devuelve en una de mis miradas favoritas suyas, la de rostro de psicópata, amo cuando ella pone esa carita.

—¿Y…qué me dices, me estás agotando la paciencia?  — le pregunto con un ligero toque de euforia.

—Ok amigo una vez es cuestionable...— sigo atento a sus palabras.

—¿¡Y!?— ¡Rayos que me diga ya!, es que la paciencia no es lo mío.

—Pero dos veces lo mismo parece una especie de déjà vu en sueños— expresa con ese ligero desenfado que me cautiva siempre.

— ¡Eso es lo que trato de decirte Rachel Verland! — ella coloca su mano sobre mi nuca y consuela mi alma angustiada, y comienza a creer mi extraña historia.

—Sabes que siempre puedes contar conmigo pase lo que pase… ¡ok! —lo dice con esa voz suave y acaramelada que le caracteriza en situaciones de mejores amigos, mientras me abraza como sabe hacerlo una amistad verdadera... (con sinceridad y cuando se necesita).

Un ensordecedor sonido detiene nuestro momento...

 —¡Rachel mira arriba! — le grito hipnotizado mientras mis ojos querían obtener una explicación razonable o al menos cercana a la cordura de lo que estaba aconteciendo, juro que ya me estaba comenzando a volver loco.

—¿Qué es eso? —exclama con sus labios en forma de "O" agrandada.

Parecía una enorme estrella fugaz surcando el cielo, pero de un color azul rodeado de destellos blancos. Algo extremadamente raro y mucho más a plena luz del día.

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