𝗯𝗮𝗯𝘆 𝗵𝗲𝗮𝘃𝗲𝗻'𝘀 𝗶𝗻 𝘆𝗼𝘂𝗿 𝗲𝘆𝗲𝘀 ﹙changjin﹚

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Seo Changbin se despertó con una resaca masiva esa mañana del viernes. Su cabeza le palpitaba y la habitación daba vueltas. Él gimió mientras miraba el reloj de su teléfono, el cual mostró las nueve y media. Ya había perdido sus dos primeras clases, pero no podía molestarse por ello.

Se rascó la cabeza mientras se sentaba y miraba alrededor. Había una chica en su cama, y un chico a su otro lado. Recuerdos incompletos del trío que tuvo anoche entró en su mente.

Él empujó a la chica de la cama para que pudiera levantarse y vestirse. No estaba de humor para la escuela, para ser honesto, pero tenía que asistir a por lo menos a diez clases a la semana; ese era el ultimátum que el director le había dado a principio de año.

Asistir a diez clases a la semana y no saldrás expulsado​​... maldito idiota.

Se había movido de Yongin a Seúl hace dos años, porque fue expulsado por segunda vez de su antigua escuela y sus padres decidieron divorciarse. Terminó con su madre, una panadera en la panadería local a pocas cuadras de su pequeña y agobiante casa en la que vivían. Su hermana se había ido fuera a estudiar a la Universidad desde hace tres años, optando por irse por la medicina y, probablemente, pensando en no volver jamás. Era mucho peor que su casa en Yongin, principalmente porque tenía una pequeña habitación con una cama doble y un escritorio que nunca usó de todos modos.

Changbin realmente odiaba la escuela, le resultaba absolutamente inútil. Había fracasado el año pasado, así que tuvo que repetir el año, lo que lo convirtió en el más viejo de su escuela. No pensaba en ir a la Universidad de todos modos; no tenían el dinero para ello, sobre todo porque Changbin lo gastaba en sus tatuajes y drogas. El último gasto que había hecho era un anillo en el labio y un piercing en la ceja. Él también tenía uno en la lengua.

Después de que despertó a los dos y los echó, se las arreglo para entrar en la ducha y luego vestirse. Fue con su atuendo habitual; una camiseta con el logo de alguna banda, jeans ajustados negros, un par de pulseras negras para ocultar sus cicatrices, él no lo hacía a menudo, sólo cuando tenía que tomar el control de su vida de mierda y el único par de Vans negros que poseía. Tenía otros, pero su madre había tenido la intención de lavarlos para que no pudiera utilizarlos.

Su madre le había dejado una nota en la nevera, diciéndole que había tomado un turno extra esa noche en la panadería. Ella le había dejado un billete de veinte, para ayudarle en el día, y Changbin se preguntó si ella sabía que iba a gastarlo en las malas hierbas o si a ella no le importaba.

Salió de la casa con un plátano en la mano y con su mochila colgada del hombro derecho. Vivía a una estación de autobuses de la escuela, por lo que tomaba el autobús todos los días.

Echó un vistazo al inmenso edificio de enfrente, una vez que se bajó del autobús. No le gustaba un montón de cosas y un montón de gente; sólo sus compañeros y su madre, ocasionalmente. Pero si hay una cosa que odiaba, eran los estudiantes que iban a la escuela privada a través de la calle. Los veía casi todos los días, los días que se molestaba en asistir a la escuela, llegaban y salían en sus coches que costaban más que la vida entera de Changbin, lanzando miradas de disgusto cuando lo veían. Ellos pensaban que eran mejores que los demás, pero si pensabas en ello, sin el dinero de sus padres no serían nada.

Él llegó a la escuela justo cuando la campana sonó, por lo que decidió reunirse con Minho y San en su lugar de siempre en la parte trasera del edificio, donde los fumadores usualmente se reunían.

La escuela tenía una política de tolerancia de no fumar; beber o usar cualquier otra droga, y Changbin tenía una política de tolerancia cero para las reglas escolares estúpidas. Había pocas personas ya allí cuando llegó, pero vio Minho y San en una esquina, consiguiendo sus cigarrillos.