𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 2

492 30 10
                                    

ꕥ·ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀᴄɪᴏɴ ɪ/ɪ ·ꕥ

┏━━━━┈ · ꕥ · ┈━━━━┓𝘊𝘖𝘕 𝘓𝘖𝘙𝘌𝘕𝘡𝘖 𝘝𝘌𝘙𝘋𝘐┗━━━━┈ · ꕥ · ┈━━━━┛

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

┏━━━━┈ · ꕥ · ┈━━━━┓
𝘊𝘖𝘕 𝘓𝘖𝘙𝘌𝘕𝘡𝘖 𝘝𝘌𝘙𝘋𝘐
┗━━━━┈ · ꕥ · ┈━━━━┛

Con mi vestimenta impecable y una actitud decidida y confiada, me adentré en el imponente edificio que exhibía su nombre con grandes letras en metálico: TRIARKA. Llevaba el equipaje cargado de efectivo para hacer la entrega de cada mes.

Subí al ascensor y marqué el piso número diez, siguiendo las indicaciones de la recepcionista. Como siempre, me contemplé en el espejo para comprobar que seguía estando presentable. Una vez que las puertas se abrieron, seguí el camino que llevaba a la oficina de Esteban. Mis tacones hacían ruido con cada pisada al tocar el piso de losa blanca. El área estaba desolada, como casi siempre; tenía una decoración minimalista sobresaliente y cautivadora.

Toqué la puerta y esperé hasta escuchar su voz para poder pasar.

Esteban estaba acompañado; dos hombres más se encontraban con él en la oficina.

—¿Llego en mal momento? —pregunté, dejando el equipaje a un lado.

—Claro que no, cara, justo a tiempo.

—Buenas tardes —dije, para no olvidar los modales.

Un asentimiento de cabeza y una sonrisa fue lo que recibí de parte de aquellos dos hombres. No los conocía, aunque sus rostros me parecían algo familiares; no estaba segura de haberlos visto antes.

—Ellos son Demyan Mikhailov y Dieter Von Nacht.

Efectivamente, no los conocía; sin embargo, sus nombres ya los había escuchado antes, D'Angelo me había hablado de ellos, siempre con respeto.

—Mucho gusto, yo soy Abril Hampton.

Me presenté, estrechando mi mano con cada uno. El señor Mikhailov me correspondió con una expresión amable, aunque su mirada era algo intensa; sus ojos guardaban un color gris verdoso, la tonalidad de su cabello reflejaba un castaño oscuro, su rostro estaba adornado con una ligera barba y unas facciones fuertes. A diferencia del señor Von Nacht, que llevaba un color café muy claro en sus ojos y su cabello de un castaño rojizo; también le resaltaban unas facciones muy notorias.

—Toma asiento, por favor. ¿Resolviste el asunto con los diamantes?

Asentí mientras me sentaba en una de las sillas frente a su escritorio. Rebusqué en mi bolso hasta dar con la pequeña caja de color negro; la abrí y saqué el delicado collar de diamantes.

—¿Un collar? —preguntó vacilante, mientras dejaba una copa con vino para mí sobre su escritorio.

—Conozco a personas que comprarían estas cosas al coste que sea, es un buen negocio. —Le afirmé con media sonrisa.

Ambición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora