Medicación

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Yuuji era la última cita del día, había estado en su mente por mucho tiempo.



No sabe bien cuando empezó esa obsesión y aunque sabe como terminarla se rehúsa a hacerlo por lo que cree es el bien de Yuuji.





Yuuji Itadori, su joven paciente de 16 años, que ha su corta edad ha sufrido mucho dolor en su vida. De varios especialistas, sabe que es el único con quien ha abierto su corazón y mente, Nanami quiere ayudarlo, convertirlo en lo que sabía sería un joven sonriente y lleno de vida y no la versión llena de temor y dolor que conocía.

Había asistido en solo dos ocasiones a su consultorio, siendo llevado medio sedado para obligarle a dejar la seguridad de su recamara. Tales consultas no fueron efectivas, viendo con un dolor no propio para su profesión la forma en la que Yuuji actuaba, la forma en la que protestaba por volver a su hogar, el llanto y el miedo. Yuuji no confiaba en nadie más que en Goyo y la seguridad de las cuatro paredes en las que se había recluido, la muerte de su mejor amigo; por suicidio cabe destacar, le había causado un terrible trauma, por lo que el rubio recomendó y; pidió como en ningún caso había hecho, acudir al hogar de Yuuji para confortarlo.





—Nadie más había hecho esto por mi— le había dicho después de media hora de silencio, en la quinta sesión en su hogar.





—Eso es porque quiero que seas feliz— le había respondido Nanami sin ápice de duda





De ahí en adelante las cosas mejorarían. Goyo Satoru, se había hecho cargo del chico cuando quedo huérfano, pero lamentablemente este estaba la mayor parte del día en su trabajo por lo que pocos eran sus tiempos de calidad juntos. Debido a esto y al dolor de la muerte de Junpei fue que término de la forma en la que ahora era. Nanami lo entendía, el peliblanco era un hombre ocupado, pero le preocupaba que Yuuji tuviera alguna afectación mas producto de la soledad.

Goyo personalmente le pediría a Nanami que aumentaran el tiempo juntos, tanto de consultas como convivencia cotidiana.



Nanami no se negó al principio, puesto que no era algo ético ni profesional, pero ese sentimiento más allá de lo sano le insto a ajustar el resto de sus consultas, pasando cada vez mas tiempo con Yuuji. Pero pronto se comenzó a dar cuenta del grave error que cometía, de la forma en la que Yuuji lo había visto como su soporte y que; si se separasen por la razón que fuere, Yuuji caería en gran dolor por una nueva perdida.

Además, Nanami estaba comenzando a hacerse más consiente de la forma en la que veía a Yuuji, más allá de un paciente, lo veía como lo que era.





Un joven inocente y lleno de carisma, dulce y tranquilo, sonriente cuando podía. Pero, además; estaba la forma exquisita de su cintura, la curva de sus nalgas enmarcadas es esos pecaminosos shorts deportivos y playeras sin mangas que usaba para andar por el departamento.





Estaba sobre pasando la confianza que le daba.





Nanami tenia que cubrir su dura erección cada que Yuuji se agachaba por cualquier cosa, mostrando como su ropa se pegaba contra su trasero, haciendo que Nanami mordiera sus labios en un intento de soportar el tocarlas.





Nanami comenzaba a tener sueños demasiado lucidos, unos donde Yuuji llegaba a la recamara donde se quedaba, subía lentamente a esta como un pequeño y adorable depredador; si es que existen de ese tipo, luego; esa sonrisa dulce se convertía en una llena de sensualidad, Yuuji se desnudaba a su vista, pasaba sus manos por cada centímetro de su cuerpo con una lentitud, lamiendo sus labios, besándolo segundos después. Nanami gemía cuando; en sueños, cuando la boca de Yuuji era llenada por su duro pene, lamiéndolo con una fogosidad y perfección que lo volvía loco.





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