Acto segundo; cuadro primero

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Zaguán de casa de la novia. Portón al fondo. Es de noche. La novia sale con enaguas blancas encañonadas, llenas de encajes y puntas bordadas, y un corpiño blanco, con los brazos al aire. La criada lo mismo

Criada: Aquí te acabaré de peinar. 

Novia: No se puede estar ahí dentro, del calor. 

Criada: En estas tierras no refresca ni al amanecer. 

(Se sienta la novia en una silla baja y se mira en un espejito de mano. La criada la peina.) 

Novia: Mi madre era de un sitio donde había muchos árboles. De tierra rica. 

Criada: ¡Así era ella de alegre! 

Novia: Pero se consumió aquí. 

Criada: El sino. 

Novia: Como nos consumimos todas. Echan fuego las paredes. ¡Ay!, no tires demasiado. 

Criada: Es para arreglarte mejor esta onda. Quiero que te caiga sobre la frente. (La novia se mira en el espejo.) ¡Qué hermosa estás! ¡Ay! (La besa apasionadamente.) 

Novia: (Seria) Sigue peinándome. 

Criada: (Peinándola)¡Dichosa tú que vas a abrazar a un hombre, que lo vas a besar, que vas a sentir su peso! 

Novia: Calla. 

Criada: Y lo mejor es cuando te despiertes y lo sientas al lado y que él te roza los hombros con su aliento, como con una plumilla de ruiseñor. 

Novia: (Fuerte.) ¿Te quieres callar? 

Criada: ¡Pero, niña! Una boda, ¿qué es? Una boda es esto y nada más. ¿Son los dulces? ¿Son los ramos de flores? No. Es una cama relumbrante y un hombre y una mujer. 

Novia: No se debe decir. 

Criada: Eso es otra cosa. ¡Pero es bien alegre! 

Novia: O bien amargo. 

Criada: El azahar te lo voy a poner desde aquí hasta aquí, de modo que la corona luzca sobre el peinado. (Le prueba un ramo de azahar.) 

Novia: (Se mira en el espejo) Trae. (Coge el azahar y lo mira y deja caer la cabeza abatida.) 

Criada: ¿Qué es esto? 

Novia: Déjame. 

Criada: No son horas de ponerse triste. (Animosa.) Trae el azahar. (La novia tira el azahar.) ¡Niña! Qué castigo pides tirando al suelo la corona? ¡Levanta esa frente! ¿Es que no te quieres casar? Dilo. Todavía te puedes arrepentir.(Se levanta.) 

Novia: Son nublos. Un mal aire en el centro, ¿quién no lo tiene? 

Criada: Tú quieres a tu novio. 

Novia: Lo quiero. 

Criada: Sí, sí, estoy segura. 

Novia: Pero este es un paso muy grande. 

Criada: Hay que darlo. 

Novia: Ya me he comprometido. 

Criada: Te voy a poner la corona. 

Novia: (Se sienta) Date prisa, que ya deben ir llegando. 

Criada: Ya llevarán lo menos dos horas de camino. 

Novia: ¿Cuánto hay de aquí a la iglesia? 

Criada: Cinco leguas por el arroyo, que por el camino hay el doble. 

(La novia se levanta y la criada se entusiasma al verla.)

Despierte la novia 
la mañana de la boda.
¡Que los ríos del mundo 
lleven tu corona!

Novia: (Sonriente) Vamos. 

Criada: (La besa entusiasmada y baila alrededor)

Que despierte 
con el ramo verde 
del laurel florido.
¡Que despierte 
por el tronco y la rama
de los laureles!

(Se oyen unos aldabonazos.) 

Novia: ¡Abre! Deben ser los primeros convidados. 

(Entra.) (La criada abre sorprendida.) 

Criada: ¿Tú? 

Leonardo: Yo. Buenos días. 

Criada: ¡El primero! 

Leonardo: ¿No me han convidado? 

Criada: Sí. 

Leonardo: Por eso vengo. 

Criada: ¿Y tu mujer? 

Leonardo: Yo vine a caballo. Ella se acerca por el camino. 

Criada: ¿No te has encontrado a nadie? 

Leonardo: Los pasé con el caballo. 

Criada: Vas a matar al animal con tanta carrera. 

Leonardo: ¡Cuando se muera, muerto está! 

(Pausa) 

Criada: Siéntate. Todavía no se ha levantado nadie. 

Leonardo: ¿Y la novia? 

Criada: Ahora mismo la voy a vestir. 

Leonardo: ¡La novia! ¡Estará contenta! 

Criada: (Variando la conversación.) ¿Y el niño? 

Leonardo: ¿Cuál? 

Criada: Tu hijo. 

Leonardo: (Recordando como soñoliento) ¡Ah! 

Criada: ¿Lo traen? 

Leonardo: No. 

(Pausa. Voces cantando muy lejos) 

Voces:

Bodas de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora