I

39 5 0
                                    

El mismo sueño de nuevo, repitiéndose una y otra vez todo el tiempo, aquella cadena con dije de cruz bailando de manera sensual entre las clavículas, el pecho tatuado y marcado, sudando y moviéndose agitadamente debido a la dificultosa respiración, unos rizos perfectamente formados moviéndose intensamente y despierta. La música siendo el único sonido en la habitación, la vibración de su celular el único movimiento, tomó el celular inseguro y leyó la brillante pantalla:

Número Desconocido – Yorkshire.

–¿Yorkshire? –murmuró débilmente. ¿Quién habla de Yorkshire a estas horas? No ha estado ahí desde hace años. Decidió contestar.

–¿Sí? –su voz sonaba nerviosa, a punto de quebrarse.

–¿Louis?

–Depende –respondió indeciso–, ¿quién habla?

–Soy yo, Emma Baker, ¿me recuerdas?

Emma Baker. Se detuvo un momento a pensar el nombre, ubicarlo en alguna cara de su pasado, recordar la voz de algún lado, el nombre pasaba por su mente golpeando cada esquina hasta que lo encuentra. Emma Baker, la ayudante de su profesor de música en la academia. Era ella. Habló.

–¡Emma, claro! Hola, ¿cómo estás? –No fue hasta ese momento que se dio cuenta que la llamada no era para reencontrarse o algo por el estilo, no fue hasta ese momento que se dio cuenta del tono de voz de la contraria, frágil y tambaleante, como si fuese a romperse. Su buen semblante cambia, la atmósfera alrededor de la escena lo hace también.

–Louis... –la voz es suave y dócil. Louis lo sabe.

–No, Emma, no. No puede ser.

–Lo siento, niño Louis. Sé lo mucho que lo querías y admirabas. –Louis se dejó caer trágicamente en el sofá.

–¿Cuándo? –Se limitó a responder.

–Me acaban de avisar, ayer en la tarde. El servicio fúnebre es en tres días si estás dispuesto a asistir, la familia entenderá si estás ocupado.

–Iré. Muchas gracias, Emm.

–Un placer, niño Louis. Nos veremos allá entonces. Descansa.

–Igualmente. Nos vemos. –Colgó. Subió su mirada al techo tratando de impedir sus lágrimas inútilmente, algunas todavía se llegan a escaparse para resbalar por sus mejillas. 

Tomó el celular y quiere, quiere, pero sabe que no debe. Sabe que hacerlo significa perdonarlo pero también sabe que a pesar del tiempo no puede hacerlo, sabe que va a afrontarlo en tres días pero también sabe que al otro no le interesa y que si fuera por él lo evitaría toda la vida, y lo sabe tan bien que le hierve la sangre de solo pensarlo, de recordarlo e imaginarlo. Le duele y le duele tanto que verlo tan normal todo el tiempo, y le duele no poder evitarlo porque al fin y al cabo, ¿quién no conoce a Harry Styles, cierto?

Hearts Intertwined with a Musical NoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora