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La guerra terminó y con ella las cicatrices de conflictos anteriores y recientes poco a poco comenzaban a sanar.

Las cinco grandes naciones habían decidido firmar un tratado en el que se comprometían a bajar las armas por un tiempo y tener una convivencia armónica y en la que cooperaran activamente para prevenir futuras guerras, así que se podría decir que había paz, por el momento.

Mucho había pasado desde que los integrantes del equipo 7 se convirtieron en héroes de guerra. Para empezar, Sasuke y su hermano pudieron regresar a la aldea y se les dio el reconocimiento que tanto merecían por haber arriesgado sus vidas en pro de la paz. La popularidad de Naruto se extendió por todo el mundo ninja y finalmente la gente dejó de compararlo con Minato y ahora lo respetaban por lo que era y lo que había logrado. Kakashi estaba próximo a convertirse en el nuevo hokage y el actual estaba muy emocionado por retirarse, vivir una vida tranquila con su familia y ser un mejor padre para su hijo. En cuanto a Sakura, finalmente se había armado de valor para encarar a los altos mandos y exigirles que le den lugar en el cuerpo médico, después de todo ya había peleado demasiado.

En cuanto a su relación con Naruto, la verdad es que casi no había tenido tiempo de hablar con él y de arreglar su situación ya que las cosas habían estado muy frenéticas desde que vencieron a Obito. Aún había mucho por hacer y la fémina estaba más que preparada para tener algo serio con él.

Entre juntas con las otras naciones, su nuevo trabajo en el hospital y las reuniones que tenía como parte del consejo de Konoha, se encontró un espacio para reunirse con sus amigos, algo que ya casi no hacían, y celebrar un cumpleaños.

El festejo se iba a realizar en un restaurante tipo barbacoa y la peli rosa ya estaba a punto de entrar, sin embargo, se topó en la entrada a la persona que tanto ansiaba ver.

--Naruto ¿Cómo estás? Hace mucho que no te veo --saludó atropelladamente.

--Lo mismo digo, ha pasado demasiado --respondió sin más.

Ambos se quedaron en silencio pensando en como alivianar las cosas y hacer el ambiente más ameno.

--¡Naruto, Sakura! ¡¿Qué hacen ahí parados!? ¡Entren! --llamó Kiba desde la mesa en donde se encontraban sus amigos, sacandolos de sus pensamientos.

Se adentraron apresuradamente y saludaron a todos los presentes, sus compañeros de generación y al equipo Guy.

La fiesta estuvo bastante bien, comieron y bebieron un poco, además de que aprovecharon para conversar de diferentes temas y revivir viejos momentos. Las risas estruendosas se escuchaban por todas partes y cualquiera que los escuchara podía comprender que sólo eran amigos divirtiendose ahora que podían relajarse porque todo estaba bien en el mundo, así que no tenían nada de que preocuparse.

La velada terminó y todos estaban por dirigirse a sus hogares. El rubio se despidió de todos y emprendió su camino en solitario, pero la Haruno sabía que era ahora o nunca, así que decidió alcanzarlo para poder hablar.

--Naruto, espera --lo detuvo.

--¿Sakura-chan? ¿Qué sucede? --preguntó extrañado.

La confianza y determinación que la habían impulsado se habían esfumado al tener esos orbes azules sobre ella. Ninguno de los dos eran los mismos desde la guerra, pero desde tiempo antes ya había comenzado un cambio que no podían evitar y al haberlo postergado solo provocó sufrimiento entre los dos. Extrañaba esas noches con el Uzumaki y sabía que él también por la forma en la que la miraba, así que era momento de dejar de fingir y terminar con esa falsa cortesía con la que se estuvieron tratando todo este tiempo.

--La verdad es que quiero decirte algo desde hace mucho tiempo pero no había tenido oportunidad de hacerlo--empezó.

--Entonces dilo, soy todo oídos.

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