Sweet Lies

dos

Definitivamente Mark no había terminado con su novia.

Eso estaba demostrado cuando Miyeon quiso ir por un bocadillo a la cocina en medio de la noche.

Sus intensas ganas de probar un aperitivo habían sido interrumpidas por una pareja muy caliente en el sillón.

Caliente es poco, la temperatura estaba tan alta entre ellos que la castaña tapó sus ojos y de golpe cerró la puerta de su habitación.

—¡Qué asco! —hizo una mueca, volvió a su escritorio para seguir jugando Los Sims 4.

Se entretenía bastante con su sim, era una copia de ella, pero mejorada, pues era una actriz famosa y tenía un montón de seguidores en sus redes sociales. Por lo menos en un juego, su sueño estaba hecho realidad.

Al parecer su amigo y su novia se trasladaron a la habitación de al lado, lo notó por los golpes y los gemidos constantes que se escuchaban a través de la pared.

Aprovechó el momento, fue a por su aperitivo nocturno, corriendo y con su corazón latiendo por el hambre que se estaba aguantando.

Abrió el refrigerador y para su decepción sólo había un frasco de papitas con queso. Lo agarró entre suspiros por habérsele olvidado hacer la compra.

—Las papas saben aún más ricas cuando tienes hambre —comentó para ella misma, formó una sonrisa.

—Miyeon —dirigió su vista a Nayeon, la novia de Mark. Usaba la camisa negra de su amigo—. Buenas noches —removió su pelo—. Perdona si te hemos molestado.

—No, tranquila —bajó y subió los hombros. Saboreó sus dedos con restos de queso en polvo.

—Teníamos sed y he venido a buscar agua —sonrió—. Sueña bonito —se despidió trotando hasta la habitación de Mark.

Chasqueó su lengua, ahora no podría tomar agua porque esa era la última botella de ese líquido hervido.

No tuvo otro remedio que tomarse la del grifo.

...

—Amor , esa amiga tuya que rarita es —dijo sentándose en la cama y bebiendo el agua.

—¿Por qué lo dices? —preguntó extrañado, acostado y cubierto por una sábana.

—No se —bufó—. Es media tontita —río a modo de burla—. ¿Cuando piensa mudarse?

—No deberías burlarte de ella —Se levantó de la cama, agarró su ropa interior negra sobre el suelo y se la puso—. Es una buena chica.

—Como la defiendes, a veces creo que la quieres más que a mí —se cruzó de brazos e hizo puchero, momentos antes dejó la botella sobre el suelo.

—No digas eso —se arrodilló delante de ella—. Yo a ti te amo —pegó sus labios a los de ella en un corto beso, pero lo atrajo nuevamente a él y se besaron apasionadamente. Él corto el momento en cuanto sintió unos gritos —. ¿Qué fue eso?

—No debe ser nada —intentó hacerlo volver a lo que hacían, pero él no quiso, término de vestirse y salió de la habitación. Ella golpeó la cama maldiciendo, movió su pie y sin querer el agua que quedaba en la botella se botó, se le había olvidado poner la tapa al pomo.

—Miyeon —tocó varias veces en la habitación de su amiga—. ¿Estás bien?

—No, no estoy bien Mark —gritó y él abrió la puerta. Observó los alrededores de la habitación de su amiga; mucho desorden, nada nuevo.

—¿Qué pasó? —preguntó confuso— ¿Por qué esos gritos?

—Mi computadora se ha roto —gritó nuevamente, golpeaba la mesa varías veces y pegó la cabeza sobre esta.

—¿Qué tenía? —Nayeon se puso detrás de Mark, cruzada de brazos y  ya vestida con su ropa. Miró su alrededor e hizo una mueca.

—Mi computadora se rompió —volvió a repetir

—¿Por eso gritaste? —se llevó una mano a su pecho—. Con una habitación como la tuya me imagino que un bicho no descubierto te habría picado.

—Mimi no llores —Su amigo se acercó a ella, la abrazó—. Mañana llamaré al mecánico para que venga a arreglarla —le dió palmaditas en la espalda.

Nayeon sintió una presión en su pecho, no le gustaba la cercanía de esos dos. Siempre pasaba lo mismo, la dejaba por Miyeon. Comprendía y admiraba la bonita amistad entre ellos, pero no podía negarse que tenía celos.

«¿Quién no cuando su novio vive con una chica?» Esa era su excusa y las constantes discusiones con su novio tenían a Miyeon de protagonista.

Lo llamó varias veces, buscando su atención, pero él seguía ahí abrazado a su amiga y susurrándole algo que la hacía reír.

Sintió que sobraba y arrastrando los pies se fue del apartamento, pero antes le envió  un mensaje por escrito al peliblanco:

Me gustaría ser la única mujer en tu vida, piénsatelo...