En el café

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Consideré absurda la idea de meterme con cualquier chica que viera.

Así que llamé a Camila, quien muy gustosamente llegó con una barra de chocolate para compartir.

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Jeremy, tengo mucho chocolate en los labios, no te gustaría, ya sabes, ayudarme a limpiarlos.

-Claro, por suerte siempre tengo una servilleta, ten.

Camila cambia de actitud notablemente, ella lo que quería era un beso, yo no fui grosero, pero tampoco di alas.

Pasamos por una tienda, yo le dije que me gustaban mucho las pulseras, así que sin que ella lo notara, compré una pulsera azul para dársela a Gabriela.

Camila hablaba y hablaba, y no sabía ni qué decía por estar metido en mis recuerdos.

Recuerdo mucho la vez en que Gabriela dijo que quién había robado mi corazón en su ausencia cuando fue a visitar a su tía. 

Que irónica respuesta le di: Nadie que no conozcas.

Quizás se enojó un poco, pues la mayoría de las veces no le daba respuestas claras.

Pero me gustaba eso, pues la dejaba en duda, pero sin llegar a negar nada.

Acabo de llegar a casa y siento que fue la peor cita que tuve, pero para Camila la mejor. Pues asentía en todo, y le decía Sí, a todo lo que decía.

No te tengoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora