A pesar de que ya no tenía vecinos y el ambiente estaba relativamente tranquilo y silencioso, únicamente interrumpido por el débil sonido de algunos animales que despertaban bajo el manto oscuro y protector de la noche, había algo que le inquietaba y no le dejaba descansar aquella noche de enero.
Hacía bastante calor, y a pesar de contar con la ayuda del aire acondicionado, no le llegaba para disipar el bochorno que invadía cada rincón de su habitación; quizás puedas pensar que esa la causa de su insomnio, pero no era así, pues incluso él, en el fondo, sabía que el problema no se encontraba ahí, sino en su escritorio, más concretamente, encima de él.
En el medio de un desorden de hojas, bolígrafos y cables se encontraba una extraña figura con forma de dinosaurio: se trataba de un diplodocus, una de las grandes y extraordinarias criaturas que hace millones de años poblaban nuestro planeta, y de las que hoy en día únicamente podemos contemplar en algún museo o en el mundo de la ficción.
En este caso, su piel era de un tono morado similar al de las uvas y en sus patas se apreciaba un bonito verde oscuro. Se la había regalado su hermano sin darle ninguna explicación, tampoco la necesitaba, podía haberla conseguido en cualquier parte, al fin y al cabo no dejaba de ser una figura infantil más, sin nada especial; sin embargo, sus ojos azules no le transmitían lo mismo, pues tenían un brillo extraño que le daba una apariencia de ser vivo, como si fuese una copia de Rex, el dinosaurio amigable de juguete de Toy Story.
Inicialmente la había colocado al lado de su monitor de pc, no era muy grande y le gustaba como decoración, pero después de unos días sintió la necesidad de girarla; le daba la sensación de que lo observaba a cada paso que daba, y aunque sabía que si lo decía en voz alta sonaría estúpido, no podía dejarlo de lado, transmitiéndole cierta inseguridad e incomodidad, por lo que ahora la figura observaba una de sus paredes, pero ni de esa forma podía descansar tranquilo.
Mil veces se le había pasado por la mente la idea de tirarla a la basura, su hermano tampoco iba a preguntarle que había pasado con ella, sabía que seguramente le diese exactamente igual si seguía allí o desaparecía, y aún así, un sentimiento de culpa lo frenaba de hacerlo.
Así, decidió girarse y darle la espalda, cerró los ojos y volvió a intentar dormirse. Finalmente, en algún punto de la calurosa noche, más por el cansancio que porque de verdad la imagen de la figura se disipase de su mente, se durmió.
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Déjame dormir
Terror"¿Quién le podría tener miedo a un dinosaurio?"- frase que Missa nunca dijo pero que se parece a una que sí dijo y así nació esto xd