sueños

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Lo despertó algo que tocaba su tobillo con cierta delicadeza, como si fuese el objeto más frágil del mundo y se le pudiese caer si hacía algún descuido, pero unos instantes después lo que quiera que fuese lo sujetó con más fuerza y tiró de él hacia abajo. Al principio el chico no sabía que estaba pasando, y cuando pudo darse cuenta intentó gritar, llamar a su hermano y que lo ayudase mientras sus manos trataban de sujetarse, en un intento desesperado, a cualquier cosa que encontrasen por su cama, hallando únicamente las finas sábanas que poco a poco se soltaban de la parte baja, dejándole a merced de lo que quisiera que le estaba haciendo aquello.

Volvió a intentar gritar con todas sus fuerzas, pero solo el silencio y el sonido habitual de los animales le respondieron, pues ningún sonido salió de su boca; y, aunque lo hubiese hecho, nadie lo habría escuchado: su hermano vivía en otra casa lejos de allí y su pareja se había ido a pasar las fiestas navideñas con su familia, así que debía enfrentarse solo a lo desconocido.

Así, siguió gritando y luchando un rato más, hasta que sus fuerzas lo abandonaron y el cansancio tomó su lugar. Derrotado, acompañado de lágrimas de frustración en sus ojos, se dio cuenta de que nada en el mundo evitaría su destino, así que soltó las sábanas y simplemente se dejó llevar.

Su cuerpo inerte se deslizó suavemente hacia el final de la cama, donde lo esperaba lo que con tantas ansias lo reclamaba como propio.

Lo último que vio antes de desmayarse fue un destello de luz azul.














Déjame dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora