Capítulo Único

323 36 7
                                    

Se removió ligeramente entre las sábanas, intentando ignorar el repetitivo sonido del despertador, sin éxito alguno. Tomó su móvil con hartazgo, apagando la alarma y tratando de dormir nuevamente, sin embargo, no tuvo éxito.

Decidió entonces levantarse, estirándose un poco antes de caminar hasta el baño, acercándose a la ducha y comenzando a templar el agua con paciencia.

Apenas estuvo tibia, se metió enseguida, comenzando a lavarse rápidamente, pues comenzaba a hacerse tarde para ir a trabajar.

Salió corriendo del baño, con la toalla envuelta en la cintura, aproximándose hasta el clóset para tomar algo de ropa, decidiéndose por unos pantalones negros y una sudadera del mismo color, junto con una mascarilla y una gorra.

De todas formas, estaría trabajando todo el día, por lo que esa ropa solo la usaría para ir de su casa a la sede.

Escuchó la puerta de su casa abrirse, alertándose al instante, tomando el arma que tenía guardada en el armario antes de bajar corriendo las escaleras, apuntando al intruso que invadía su hogar.

Su cuerpo se relajó al instante cuando visualizó al ruso con las manos levantadas, sosteniendo una bolsa de papel en una de ellas y un cartón con dos vasos de café en la otra.

Lo siento — se disculpó mientras bajaba el arma, riéndose de sí mismo al haber olvidado ese detalle — aún no me acostumbro.

— No te preocupes — rio mientras depositaba todo en la mesa del comedor — buenos días, Horacio.

Aquellas palabras invadieron su pecho con una calidez que hacía años no sentía.

— Buenos días, Volkov — hacía años que no tenía a alguien a quien desearle los buenos días al despertar, por lo que pronunciar aquellas palabras casi lograba que sus ojos se cristalizaran y su labio inferior temblara, aguantando las lágrimas para no hacer dramático el momento.

Se acercó a la mesa, tomando asiento, viendo cómo el ruso depositaba uno de los vasos frente a él, mientras comenzaba a sacar algunos panes de la bolsa, depositándolos al centro en un plato.

— Compré estos — habló mientras los acomodaba — no sabía cuáles te gustaban.

— Estos son perfectos, gracias — tomó uno de ellos, dándole una mordida y sonriendo al instante — ¿Que hacías afuera tan temprano?

— Son las 8, Horacio — rio ligeramente — me levanté temprano para ir a correr, y aproveché para pasar a comprar algo de comer.

— Las 8 son temprano — reprochó, mientras seguía comiendo.

El resto del desayuno transcurrió entre conversaciones banales y risas cómplices, bromeando entre ellos mientras recordaban algunos momentos de su pasado.

Decidieron dirigirse a la sede juntos, finalmente Volkov había accedido a ingresar al FBI, así que no tenía caso ir cada quien por su lado, además de que el ruso no tenía automóvil.

— Buenos días, agentes — saludó formalmente Horacio, viéndolos hacer un saludo militar dirigido hacia él, mientras sus ojos curiosos se posaban en el acompañante de su jefe — el día de hoy se incorpora a nosotros un nuevo compañero, llámenle A — habló firme.

Volkov lo observaba actuar con tanta seriedad y madurez que incluso le hacía dudar si aquel hombre era el mismo que años atrás solía escupir en cada habitación a la que ingresaba, aquel que se le declaró a mitad de comisaría sin temor alguno a ser escuchado, aquel que solía llevar falda para patrullar sin importar lo que la gente pudiera decir.

Hizo un asentimiento de cabeza al escuchar a los agentes pronunciar "10-4", intentando memorizar que su nuevo sobrenombre sería "A", pues no quería que nadie, además de Horacio supiera de su regreso. No podía confiar en nadie más.

Nuevo Amanecer || Volkacio || OneShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora