Héroe, un título que se le da a quienes luchan en contra de mal por el bien del mundo, sean humanos u otros seres similares, estos tienen el deber de luchar en contra del mal para salvar a todos incluso ante sus enemigos, pues aquello era una cadena...
Desligue: Ni Campione ni Crash Bandicoot son de mi propiedad ni tampoco las imágenes usadas en esta historia, los créditos son correspondientes a los autores como artistas de cada uno.
En la torre más alta de un lúgubre como antiguo castillo medieval con un diseño bastante particular, el cielo oscurecido donde se podía escuchar el rugido del cielo poco después de que cayera un rayo de las nubes negras, sin duda una escena digna de una película o cinemática.
En el interior de la torre se encontraban dos "personas" trabajando en el laboratorio principal ya sea manejando un mega ordenador como las maquines que se activaban con las mismas, sin duda señales de que se trataban de simples villanos.
El primero diminuto con una piel amarillenta como un plátano y de cabeza un tanto cuadrada donde había un poco de cabello rizado y una tupida barba de candado, tenía curiosamente grandes ojos como los de una serie animada con un color marrón y en su amplia frente había una curiosa 'n' mayúscula. Como se esperaría de un villano de cuento, este vestía con una bata blanca como unos lentes en su cuello.
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– N Brio – El pequeño hombre entonces llamó a su compañero.
Un hombre un tanto más alto por su cabeza ovalada la cual era calva y poseía curiosamente un par de tornillos o tuercas a los lados de la misma unos cuantos cm de sus orejas, en comparativa con el primero su piel era normal aunque tenía una extraña estructura facial más similar a los primates con grandes cejas rojo granate y una boca alargada. Vestía con una bata verde la cual fue dada para dar a conocer su lugar como segundón.
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– ¿Sí señor? – El mismo preguntó ante su repentina llamada y observó a su superior.
– Trae al marsupial para comenzar el proceso del general más fuerte – El hombre amarillo entonces dio la orden con una enorme sonrisa maligna como una suave risa entre dientes.
El segundo al mando asintió un poco dudoso para marcharse en búsqueda del próximo animal a transformar.
Así el conocido N Brio caminó hacía una habitación trasera donde se encontraban diferentes animales enjaulados temblando de miedo, observando desde caballos, zorros, búhos, erizos y en una zona final los marsupiales, dos féminas que habían fracasado en anteriores veces y un macho que continuaba en su estilo salvaje.
