Los ojos de Senjurō brillan con timidez mirando desde detrás de las piernas de la beta que lo cuida a los los transeúntes que van y vienen en el mercado.
Cada semana una de las encargadas de la finca de flama va al mercado a comprar provisiones, en otras circunstancias Senjurō estaría con las otras empleadas o con Kyōjurō, pero las mujeres se encontraban demasiado ocupadas organizando todo en la finca para la bienvenida de su hermano mayor, que según el cuervo de su padre, regresaba hoy de la selección final.
Un ruido aún mayor lo hizo girar su vista, encontrándose con un grupo de niños que corrían y reían escapando de un niño que venía detrás, como si fuera una especie de juego.
Senjurō se aferró más al kimono de su cuidadora llamando la atención de la mujer, que con una sonrisa volvió su rostro.
—Senjurō-sama ¿Quiere ir a jugar? Tardaré un rato eligiendo las patatas para Kyōjurō-sama así que puede ir a divertirse, lo buscaré más tarde _La mujer sonrió con amabilidad, empujándolo de los hombros y alentando con su mano para que Rengoku caminará hacía los otros niños, con alegría vió como el pequeño avanzaba con timidez.
Kyōjurō y Senjurō solo eran un par de cachorros nacidos entre las filas de cazadores de demonios, su futuro estaba decidido desde su nacimiento, sin embargo eso no significaba que no merecían tener tiempo para jugar y divertirse con otros niños, eso era algo que Shinjurō se encargaba de hacerles saber a sus hijos o eso fue en el pasado...
Cuando la energía y el brillo en la finca de la flama estaba en todo su apogeo, ella misma fue testigo de las consecuencias de un lazo roto, y como alguien tan brillante como Shinjurō se apagaba lentamente por la muerte de su amada Ruka.
Giró su cuerpo centrándose en en escoger los alimentos, sin imaginar los problemas que traería su amable acción.
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Senjurō camino para alcanzar a los niños, avanzando varias cuadras, tratando de mirar entre todos esos adultos con el fin de alcanzar a los niños, al no tener éxito, siguió avanzando, alejándose más del área comercial, la cantidad de personas disminuían conforme avanzaba, lo que le daba más esperanza de encontrar a los cachorros.
En el momento que el ruido, al igual que las personas desaparecieron por completo, de detuvo por completo escaneando con miedo su alrededor, buscando algo familiar, giró su cuerpo, regresando por donde había venido. O eso creyó, pues el camino no parecía ser el mismo.
Ahora lo único que había a su alrededor eran casas, giró sus ojos de un lado a otro buscando algo que le fuera vagamente familiar.
La desesperación lo inundó, sus pies avanzaron cada vez más rápido, las lágrimas inundaron su visión, nublando su vista hasta no reconocer el camino, solo seguía avanzando para alcanzar a la beta que lo cuidaba.
Quería regresar a casa, ver a su papá, a su hermano mayor, tenía mucho miedo, el instinto reaccionó, los leves hipidos dieron pasó a chillidos de cachorro que llama a su madre, o cualquier Omega cercano.
Al no poder ver el camino, sus pies terminaron tropezando, haciendo que su cuerpo se precipitará al piso, raspando sus manos y rodillas. Las lágrimas aumentaron, al igual que sus chillidos.
—Yū ¿Qué estás haciendo? _Escuchó una voz cercana que lo hizo alzar la vista.
Sus ojos brillaron con esperanza al ver a alguien avanzar hasta él, la figura de alguien de la edad de su hermano, con la ropa de cazador de demonios apareció, el cabello tan negro como el azabache, acomodado en una coleta baja, rostro fino, ojos elegantes, piel de porcelana.
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Petit Chiot (Omegaverse)
FanfictionEl pequeño Senjurō termina extraviado, con un padre ausente y un hermano mayor pasando la prueba final de los cazadores no hay ningún rostro conocido cerca, hasta que aparece un Omega, que es exactamente como el retrato de su madre. Para ser un Ome...