► Resumen: Hansol Vernon Chwe es el presidente del consejo estudiantil y tú eres la pobre estudiante becada. Naturalmente, se suponía que ustedes dos deben vivir sus vidas por separado, seguir caminos separados sin necesidad de interactuar entre...
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Estás inquieta e incapaz de cerrar los ojos de sueño; rodando con toda la cara enrojecida. Louis incluso se levanta a medianoche, preguntando si pasa algo malo y tú te aclaras la garganta y lo ignoras. Pero cada vez que cierras los ojos, todo lo que ves es el rostro de Hansol a unos milímetros de distancia, su aliento abanicando tu piel, las arrugas de sus ojos y sus manos acercándote; y tu corazón tartamudea, late con fuerza en tus oídos.
Las yemas de tus dedos llegan hasta tus labios, trazando la forma y el arco de Cupido; recordando que él presionó los tuyos y todo comienza otra vez: estás rodando en la cama con toda la cara enrojecida e incapaz de dormir.
Te preguntas si realmente estás empezando a volverte loca o si has perdido completamente la cabeza. Si, una vez más, Hansol te ha hecho perder la cabeza, pero esta vez no puedes encontrar en ti para insultarlo.
Y así, toda la noche transcurre así hasta que el cansancio te consume por completo y caes en un profundo sueño a las 4 de la mañana.
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Para cuando Lili te despierta, no estás ni cerca o lista para comenzar el día. Te quedas ahí aturdida, mirando la pared en blanco y recorriendo los recuerdos, preguntándote si todo había sido solo un sueño loco. Cuando empiezas a sonreír de la nada, esta vez es Lili quien te pregunta si estás bien. Desafortunadamente, no puedes detenerte en eso, así que estás muy tarde y tus hermanos ya han salido por la puerta.
Estás corriendo por la calle, con tu mochila solo alrededor de un hombro y los cordones de tus zapatos desatados. "¡Ay Dios mío!" Estás jadeando por aire, apenas llegas a tiempo para la clase. Lamentablemente, no hay tiempo para ver a Hansol o incluso pasar por la sala del consejo estudiantil.
Toda la mañana te la llevas preguntando cómo deberías actuar si lo ves, cómo actuará él, pero con solo pensarlo, ya te estás roja como un tomate.
Es cuando lo ves en el pasillo y ni siquiera te mira, tus delirios se disuelven.
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Te aclaras la garganta, abriendo nerviosamente la puerta de la sala del consejo. "Hol-"
