Parte única

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–Mierda hijo, sabes que estas cosas no son para alfas, debes de hacer cosas realmente importantes, carajo, ya creciste solo y así te vas a morir si no enseñas los colmillos alfa. –Reprocho el militar mientras veía la ceja de su hijo sangrar por el golpe que le propicio al encontrarlo pintando con sus acuarelas, pues consideraba esta actividad poco masculina, vamos, para omegas delicados.

El militar se sentó tranquilamente en la orilla de la cama mientras el joven alfa veía su pintura en el suelo bajo la gruesa suela de la bota de su padre. –Mañana me voy a la misión, ya conoces el proceso; al volver hablaremos de tu futuro, entre más rápido te encuentres en la milicia mejor para ti y para tu carácter que hay que reforzar. –Dijo de manera despectiva y se levantó para salir de la habitación sin volver a mirar a su hijo.

Esa noche un poco antes de las diez, el militar salió de su casa caminando a la puerta vecina, ahí vivía una omega con sus 4 hijos omegas también; su esposo había fallecido en una misión de alto riesgo, nunca fueron amigos pero lo conocía, desde entonces trataba de ayudar en lo que podía a la familia Tomlinson, y es que cabe decir que el militar Styles era una muy buena persona, excepto con su hijo pero no pueden culparlo, piensa que al mostrarse muy blando con su hijo, pueda hacerlo débil y exponerlo al dolor sentimental como él lo tuvo que pasar, por eso era mejor crearle un carácter duro a su cachorro.

Toco un par de veces la puerta, al notar que el timbre no servía, esperando que la familia no estuviera durmiendo, una débil sonrisa apenas perceptible se formó en sus labios al escuchar el revoltijo de voces que seguro eran de los omegas que habitaban esa casa, siempre deseo en lo profundo de su corazón una familia enorme donde sus brazos no le permitieran abrazar a sus cachorros. Un menudo chico abrió la puerta sonriendo pero poniéndose poco rígido al notar que se trataba del militar mientras tres jovencitas subían como si de carreras se tratara las escaleras, al parecer no dejaba de emanar autoridad aún no portara el uniforme. – Louis, buenas noches, me gustaría hablar un momento con tu madre. ¿Es posible?

– Claro, en seguida le hablo, no se mueva...– el omega se dio media vuelta pero en seguida volteo de nuevo, dando un giro de trecientos sesenta grado sobre sus pies y sonrío apenado. –Mejor si muévase... por favor, pase y siéntese en el sillón.

El militar agradeció el gesto y educadamente entró y se sentó donde se le había indicado. –En seguida baja mamá. – el omega al ver asentir al hombre con cara de piedra por su falta de expresión, subió corriendo las escaleras de su casa.

Jess no tardo más de 2 minutos en bajar y sentarse frente al alfa. –Hola, ¿Cómo te encuentras?

–Bien, gracias por preguntar omega, yo realmente venía a hacerte una petición. – dijo el alfa soltando un suspiro; en realidad sentía un poco de confianza y confidencialidad con la mujer enfrente de él, ella conocía la historia completa.

–La que quieras, sabes que si está en mis manos, no dudare en ayudar.

–Me han encomendado una misión, el grado de peligro es alto, demasiado a decir verdad pero como sabes no hay posibilidad de negarse, Harry no lo sabe, no necesita saberlo. Sabes que él sólo me tiene a mí, a nadie más en la faz de la tierra... cuídale y si no llegara a volver, oriéntale la vida, está bastante fuera de círculo, nunca se sabe que puede pasar, y no puedo dejar completamente sólo a la única cosa con un valor mínimo en mi vida. Entonces eso es... ¿bien? –Pregunto el alfa viendo fijamente la mirada comprensiva de la mujer.

–Sabes que si, todos estos años lo hemos hecho, incluso antes de que mi esposo partiera, siempre hemos velado por ese pequeño rizado cuando no estabas en casa. –Pronunciado aquello se levantó del sofá al ver al alfa hacer lo mismo, regalándole una grata sonrisa. – ¿Cuándo te vas?

El complemento del alma| Omegaverse | Larry | O.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora