capítulo 1

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Al abrir los ojos lo primero que ve es una luz intensa sobre su cabeza. Todavía con la cabeza dolorida, la joven se levanta con cuidado, intentando recordar lo que había sucedido. Al levantarse, sentía el cuerpo tan cansado, que tardó unos instantes en incorporarse como es debido. Tenía los brazos inmóviles, rodeados por una especie de camisón que le impedía moverse. Apenas pudiendo moverse, comenzó a inspeccionar el lugar. Inspeccionada y se fijaba en todo atentamente, analizando detalles que no parecían importantes a primera vista. Su mirada reparó sobre el escritorio unos instantes, el cual estaba repleto de una cantidad incontable de papeles y algún que otro boli se podía distinguir entre el desorden. Lugo se quedó observando la estantería, su mirada quedó fija sobre la estantería de puertecillas de cristal durante más tiempo. Había una gran cantidad de medicamentos en frascos de diferentes tamaños y colores. Mirando la estantería, pensó que seguramente la habían cerrado con llave, como hacía su padre con el espejo del cuarto de baño que tenían en casa, uno de esos espejos antiguos que tan útiles parecían. 
Se aclaró la garganta con cuidado, la sentía seca y áspera, como si antes de llegar a la estancia hubiese tomado un vaso lleno con arena. 

-¿Holaa? ¿Hay alguien?- preguntó en voz alta.- Tengo sed- dijo en tono más bajo haciendo una mueca al intentar tragar. 

Pasaron más de cinco minutos y nadie respondía o aparecía por ningún lado. Poco después, una mujer de mediana edad en bata blanca  entró por la puerta y se acercó con cuidado a la joven, quien de nuevo observaba con atención. 

-Hola Abby. ¿Cómo estás?- dijo con una media sonrisa dibujada en su rostro. Tenía el pelo castaño y ondulado que le caía sobre los hombros. 

-¿Cómo cree que voy a estar?- escupió incrédula Abby.- Unos hombres me han traído aquí en contra de mi voluntad. Ahh,¿ y sabe que me pincharon algo en el cuello sin mi maldito consentimiento?- exclamó la joven levantando una ceja y subiendo el volumen de su voz con un tono enfadado.

-Tranquilízate.- ordenó con las manos en alto la que Abby asumió era una de las muchas enfermeras del centro. 

Fulminado con la mirada, Abby la miró incrédula. Siguió inspeccionando el cuarto de paredes blancas, con la intención de no tener que seguir conversando con la enfermera. Pero a su vez, sentía la necesidad de conocer mejor el lugar. 
Tras unos largos minutos, la enfermera decidió acabar con el silencio. 

-Puedes llamarme Kyla.- dijo la mujer y se acercó a una mesa que había detrás de la camilla sobre la que se encontraba Abby- Ten, bébé esto. Lo necesitas.- le entregó un vaso de plástico blanco con agua. Luego se acercó y desató el camisón que llevaba puesto, por fin Abby podía moverse con más libertad. 

Abby algo dudosa acabo aceptando el vaso de agua, tomándolo de un trago con rapidez. Su mirada permaneció fija un momento sobre la enfermera, pero no dijo nada. 

-Bueno. - dijo la mujer juntado las manos y dando una palmada.- Ahora debes ir a hablar con el director del centro. Te hará algunas preguntas y te dirá algunas cosas que necesitas saber y luego podrás ir a descansar. Llegaste inconsciente, pero junto a otras enfermeras pudimos asearte y cambiarte. De todos modos recibirás ropa en tu cuarto, algo más cómoda que la que llevas puesta ahora- señaló la mujer con el dedo la camisa y pantalón que llevaba la chica puestos.

La joven seguía sin responder, solo miraba a la enfermera con esos ojos azules como el hielo más profundo de los glaciares, había una oscuridad peculiar en ellos. Su mirada parecía poder atravesar las capas de su piel hasta llegar a los órganos vitales examinándolos como un escáner. Un escalofrío recorrió la espalda de la mujer, que permanecía parada, causando todavía más inquietud e incomodidad en ella. 

-Bueno, puedes irte ya.- dijo la mujer incómoda. 

-¿Cree usted que sé dónde está el director?- respondió la joven incrédula, con una pequeña sonrisa burlona, pero conservando una seriedad impenetrable. 

La enfermera paralizada pensó unos instantes en el punto de la chica. 

-Cierto, disculpa, no sé dónde tengo la cabeza- bromeó sutilmente.- Vamos, te llevo. 

-Bien.

Ambas salieron de la habitación y se encaminaron en dirección al despacho del director. Abby permanecía cuidadosamente detrás de Kyla, la enfermera, y se fijaba en cada cosa que podía ver en los vacíos pasillos. Se fijaba en los rostros de las pocas personas que transitaban de vez en cuando justo a su lado. Se fijaba en el color de las puertas, que siempre eran blancas o azules. Se fijaba en lo que mostraban las ventanas y en si las baldosas del suelo estaban bien posicionadas, buscando detalles sin importancia. Todo de la manera más fugaz posible, pero repitiendo una y otra vez las imágenes en su cabeza. 
Unos minutos después, se posicionaron sobre una enorme puerta de madera, la cuál al igual que todas las demás, estaba pintada de blanco. Solo dos veces tocó fuertemente a la puerta la enfermera que acompañaba a Abby. Desde dentro, una voz grave y varonil, algo roncosa, respondió con un "Adelante". 

-Adelante- repitió el hombre señalando una de las sillas cubiertas de terciopelo azul enfrente del escritorio.- Ya puede retirarse a su cometido enfermera.- dijo él hombre alegremente. 

Abby se acercó y se sentó sobre la silla, que era más incómoda de lo que aparentaba ser. Se quedó mirando el escritorio y volteo unas cuantas veces alrededor de la estancia para ver lo que había hasta que el director decidiera hablar. 

-Bien Abby, ¿Cómo te encuentras? Espero que estés más tranquila. Sentimos haberte traído de esa manera y espero que entiendas que no había más remedio. Estabas muy...exaltada.- dijo el hombre con una sonrisa en cara, restándole importancia al asunto. 

-No teníais derecho- respondió ella fríamente, escupiendo las palabras como flechas y fulminado con la mirada al hombre. Pero no borró su sonrisa a pesar de la incomodidad que le causaba su mirada. 

-Veras Abby, me temo que no es tan fácil como crees. Teníamos el consentimiento de tu padre. Y eso me lleva a recordarte que necesitaría hablar un poco contigo.- explico y se incorporó en la silla poniendo los codos sobre el escritorio

-Mire, no me importa lo que me vaya a decir , no voy a quedarme aquí. Y si permanezco aquí hazme caso que iré a por vosotros uno a uno hasta que esté libre.- replicó la chica, enmarcando lentamente las últimas palabras, con el cuerpo levemente inclinado hacia el escritorio. 

El hombre quedó petrificado, esas palabras eran más duras de lo que esperaba. No es la primera vez que recibía amenazas parecidas, pero en esta ocasión  su única reacción pudo ser esa, quedarse inmóvil y palidecer. 

-Si usted no sabe domar demonios, no desate los míos.- concluyó Abby. 

Se levantó ágilmente de la silla sin darle tiempo de hablar al director todavía boquiabierto. Salió de la puerta, cabeza en alto, con la intención de alejarse hasta encontrar su cuarto. Pero no llegó lejos para cuando un joven se había cruzado y parado junto a ella. 

-Te debo enseñar tu nueva casa princesita.- dijo soltando una pequeña carcajada mientras se frotaba las manos una contra la otra.

-No quiero o necesito tu ayuda. Y vuelve a llamarme así y me hago un cuadro con tu sangre.- dijo sin apenas mirarlo a la cara.

-Uyy, que tierna la princesita. Tiene carácter.- insistió de forma provocativa. 

-Bien- le agarró del brazo, lo retorció hacia atrás y lo colocó detrás de su espalda, ejecutando una llave haciendo más presión. El joven cayó al suelo y comenzó suplicar pidiendo que lo soltase. 

-Joder, lo siento, lo siento.

-Me vas a enseñar dónde debo descansar y no te vas a cruzar más por mi camino ¿Lo entiendes o te lo escribo en la frente?

-Está bien, está bien. Pero sueltame. 

Muy a su pesar lo soltó. Comenzó a andar pero él se había parado un momento. Volteo en señal de llamada. Comenzó a andar tras ella, manteniendo una distancia mínima. La miraba desde arriba, él era algo más alto. La chica que tanta inquietud había causado en los demás, no la causó en él. El joven de pelo rubio y ojos claros que la seguía. Tenía la vista fija en ella como el cazador sobre la presa que sabe va a ser suya. 

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2021 ⏰

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