María, cuando veo tus ojos clavando su mirada en los míos no imagino mejor rostro para lucirlos. Puesto que tu cabello negro y tu pequeña nariz respingona hace de tus grandes y bonitos azules ojos una nueva maravilla.
La cruel batalla que libran nuestros bandos rojo sangre y negro velo hacen de ti y de mí bastardos de la noche, que se esconden de su amor para no ser descubiertos. Pero María, la noche se me hace eterna sin tenerte a mi lado. Tú María hacías que tuviera valor para hablarte oponiéndome al silencio que tanto te molestaba. Y yo como tonto enamorado te hablaba, te hablaba y tú reías con pequeñas y risueñas carcajadas. Pero ahora que no te tengo aquí, me cuesta sonreír, sin ti esta vida no vale, pero por ti cada día he de levantarme, siempre pienso qué me diría ahora mi María, y recuerdo cómo me decías con tu característica voz: "Valentín arriba, ya es amanecida, es menester que te vayas o vendrán a por ti". Y yo te despedía, perdido aún entre tus redes, a las que estoy sometido por tu amor.
Una caricia en la mejilla, un beso en la frente, y mi amor por siempre.
Valentín
