capitulo 2

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Juan despertó en una habitación que no era la suya.
Miró a .su alrededor y no se sorprendió al ver a la joven que había conocido la noche anterior desnuda a su lado totalmente dormida. Recordaba instantes con ella, pero
poco más. ¿Qué hora era? Miró el reloj digital que estaba encima de la mesilla y leyó, las 21:14, catorce de junio.¿Catorce de junio? Boquiabierto, se rascó la cabeza. Lo
último que recordaba era la larde del once de junio cuando llegaron a Las Vegas ¿Cómo podía ser día catorce?

Con curiosidad, paseó la mirada por aquella lujosa suite y se sorprendió al ver un piano blanco en un lateral.
Leyó su marca: Yamaha. Levantándose desnudo y con una
resaca impresionante caminó hacia una puerta lacada en blanco. Aquello debía ser el baño. Pero se quedó sin habla al abrir y ver unas columnas acompañadas por unas esculturas italianas y en el centro una pequeña piscina de agua añil.

¿Pero dónde estoy? pensó mirando a su alrededor.
Cerrando la puerta, se fijó en el enorme televisor junto a la bonita chimenea, los sillones de cuero blancos y la fuente.

—¡Qué fuerte! Una fuente en medio de un salón. Cuando se lo cuente al abuelo va a alucinar —murmuró
divertido.

Sin poder quedarse quieto buscó a sus amigos. ¿Dónde estaban? Al abrir una puerta los encontró tendidos en una
enorme cama, junto a las otras chicas. Todos estaban desnudos, y rápidamente comprobó que faltaba el Pirulas ¿Dónde se habría metido? Sin poder evitarlo, miró a su amigo Carlos, y le vio dormido sobre el pecho de una de las chicas.

—Joder... joder. Dije que le iba a controlar —susurró agobiado.

Cerró la puerta. ¿Que había ocurrido allí? Llevándose una mano al rostro pensó en su amigo. Cuando se
despertara y viera lo que había hecho montaría en cólera al pensar en su dulce Laura. Aquello le iba a martirizar. Si alguien quería con locura a su novia, sin duda, era Carlos.

Confundido y en busca de una explicación para todo aquello, se pasó la mano por su largo y negro pelo cuando sintió que algo frío le rozaba la frente. Sin perder un segundo se miró la mano y de pronto gritó.

—No... no... no... ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

La muchacha, que hasta el momento había permanecido dormida, al oír aquel alarido se incorporó de un salto. La cabeza le dolía y todo le daba vueltas, pero lo primero que vio fue al joven que había conocido supuestamente el día anterior. Aquel con quien había compartido besos, diversión y al verse desnuda en aquella cama, imaginó que algo más.

—Dime que esto no es cierto. Dime que no nos hemos casado —gritó Juan enseñándole la alianza con dos
dados que llevaba en la mano.

La joven, al escuchar aquello, rápidamente miró su mano. Al ver una alianza igual en su dedo, se levantó de un salto, sin importarle lo más mínimo su desnudez.

—No puede ser... ¡esto no me puede estar pasando!

—¡¿Nos hemos casado?! —aulló él.

A Noelia le iba el corazón a mil por hora.

—No lo sé... no lo sé.

Histérico, Juan buscó su ropa interior y se la puso mientras ella hacía lo mismo. Necesitaban despertarse,
despejarse y aclarar las ideas. Él era un chico al que su padre le había enseñado a controlar su vida y aquello de pronto se le escapaba por todos lados. Noelia fue a coger
su sujetador que estaba en el suelo, cuando vio un sobre. Lo abrió, y se quedó sin respiración al ver una licencia de matrimonio con sus nombres y una foto de ella y Juan
besándose: ella con un ridículo velo de novia, y él con un horroroso chaqué junto a un Juez de Paz.

¿Y A TI QUÉ TE IMPORTA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora