El aire soplaba fuerte en la ciudad de "había una vez", desmontando cada hoja de las ramas y dándole un aire fresco al habiente. No muy lejos estaba Siren en plena competencia de natación. Ella era una experta en ese deporte casi como si hubiera nacido en el agua y aprendido a nadar antes de gatear, como era de esperarse quedó de primera, los aplausos y la felicitaciones no se hicieron demorar. La chica exhibía su medalla con orgullo por todo el podio, se divisaba con facilidad a cada uno de los estudiantes incluyendo a su amiga Selena, pero lo que no dejo de captar su atención fue la chica llamada Erika que se encontraba sentada y con aire de apatía total. Nunca aguardó menos , aun así cuando los ojos de Siren presenciaban esa abrumadora realidad se sentía incompleta.
Su delicada figura deambulaba por los vestíbulos, y su largo y hermoso cabello rojo resaltaba al igual que su expresiva y tenaz personalidad. Se sentó con premura en dirección a Selena y le dedicó una amplia sonrisa.
—Deja de ver esa medalla, pareces una tonta— le comentó su amiga, sin despegar la vista del libro. —Ya ha pasado media hora desde que saliste de las gradas, no me presumas mi falta de condición física.
—La que habla es tu cochina envidia— la señaló.
—A lo mejor.
Siren volvió a acariciar la medalla, un fuerte portazo amenazó el recinto escolar posponiendo cualquier tranquilidad. Dando paso a tres muchachas respingadas y confiadas que miraban con superioridad a cada alumno que caminaba a su alrededor.
—Estoy casi segura de que son la engreídas esas— murmuró la chica de los anteojo con seguridad.
—No las invoques, ellas huelen el miedo. —Rio la pelirroja.
—Ni que me fueran a hacer algo, la princesita y sus siameses son insoportables pero son tan peligrosas como Gastón, y sus raros intentos por llamar mi atención.
—Miren quienes tenemos aquí. —Dijo una de ellas.
—A la sirenita y al cerebrito de bella.
La castaña alzó su mirada incrédula.
—Por eso amiga es que hay que leer libros, si no te vuelves una tarada y ni cuenta te das— concluyó con simpleza, ignorado por completo esos sobrenombres tan ridículos.
—Vámonos chicas, ya va sonar el timbre —intervino la líder del grupo con pesadez.
Selena se paró de su asiento y agarró a Siren en un instinto de evitar más confrontaciones.
—Gracias por la ayuda princesita, pero no la necesitamos. Ubícate en tu perfecto mundo que nosotras nos encargamos del resto.
—No dijo nada malo—susurró Siren.
—Pero manda a sus gatas y después se hace la buena, es lo mismo. — Elevó la voz.
Sin decir más se llevó a su amiga sin dudar un instante.
—Es tan ridícula, se cree superior porque es amiga de la sirenita y le va bien en los estudios.
—Ni me lo digas, ni siquiera entiendo que le ven los chicos. Es tan insípida y arrogante.
Se escucharon unos fuertes murmullos por la parte de atrás, Siren solo se tensó al saber que esos comentarios eran para su amiga y con toda la intención de ser oídos.
—Siren no debería juntarse con ella.
—No les hagas caso, solo están celosas. También me atacan a las espaldas cuando les conviene. —Finalizó, siendo ahora la que arrastró a la castaña.
(...)
—Como las odio, me critican a mí porque "me creo la gran cosa" —resaltó las comillas— y ellas son hasta peores.
—No te lo tomes personal solo son unas niñas mimadas— dijo, tomando de su café.
—Cómo es que con tu personalidad puedas tener tanta paciencia con esas infumables— se acarició la sien cuando tomó del batido.
La cafetería ese día no estaba muy concurrida sin embargo se podía sentir el bullicio y movimiento del lugar, por una extraña razón a Siren no le gustaba el silencio, hasta le parecía un tanto inquietante. Así que lejos de molestarle la situación le tranquilizaba y la ponía en un estado de paz casi inmutable.
—Solo me di cuenta que no tiene sentido gastar energía, es mejor solo ignóralas —se encogió de hombros— tú misma los dijiste: son inofensivas.
—Lo dices porque eres vecina de esa tal Erika, ya conoces de sobra a las personas rompe ovarios, esa princesita debería tener un título oficial que le haga justicia.
—No es tan mala.
—No, solo es la líder de ese clan.
—Si te fijas ella nunca le dice nada a nadie.
—Solo se queda parada con su cara de culo y de superioridad. Mientras manda a su grupo de secuaces a hacer el trabajo sucio.
—Eso no te consta.
—No necesito que alguien me explique lo obvio. — La castaña sacó uno de sus libros y se colocó los anteojos— ya no quiero oír más estupideces.
—Claro, enciérrate en tus libros. Esa siempre es tu jodida solución— murmuró cansada.
— ¿A dónde vas?
—Sigue en tu mundo, yo voy a ir hacer mis cosas.
Al salir de la estancia se topó con la hermosa naturaleza del lugar y las espectaculares flores de cayena que adornaban a detalle las mesas de afuera con sencillez y gracia, su sorpresa aumentó cuando en la entrada se encontró a la protagonista de la charla. Nunca se imaginó que salir por aire fresco terminara en ese desenlace. Ni mucho menos que no ignorara su presencia como la mayoría del tiempo.
—Siempre nos encontramos en todas partes— se rio suavemente.
—De los dieciséis años de vida que llevo me he encontrado contigo mínimo como diez ¿ahora es que te das cuenta? — argumentó en burla.
—Soy una persona distraído— se encogió de hombros— bueno, adiós Sirenita.
El cabello azabache de la chica dejo un aroma impregnado en sus fosas nasales. Y su piel oliva se complementaba a la perfección con ese look casual y chip. Le reventaba darle la razón a Selena en ese punto, pero si parecía una jodida princesa en todo su esplendor. Su rostro, su ropa, sus gestos, su aroma. La lista era larga y no amenazaba con acabarse, tal vez por eso y mucho más ella había sido el amor platónica de la pelirroja casi desde que posee uso de razón. No sabía desde que momento había caído en estas redes que la volvían tan patética. Pero si sabía que desde los diez año contaba los minutos para ir a la casa de Erika. Recordaba como jugaban a las muñecas, el sonido de su hermosa risa y como contemplaba sus hermosos hoyuelos. Tampoco sabe en qué momento esas tardes cambiaron, solo sabe que ellas crecieron. Conocieron nuevas personas y ocasionalmente se destruyó la amistad. Pero eso no aparto los sentimientos que fueron tomando forma con los años y que crecían en un absurdo e incompresible anhelo.
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Como si fuera un cuento
RomanceLa ciudad de "había una vez" es un lugar lleno de magia y de misterios, cada uno de los habitantes tiene su propio cuento y un final digno del aire fantasioso que se respira por los alrededores. Ellos no saben de este detalle tan particular pero nos...