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Mis manos, agarrando fuertemente los manubrios de la bici.

Mis piernas, pedaleando, flotando, bailando.

Mi boca, cantando.

Mis oídos y ojos se llevan la mejor parte.

Los primeros escuchan la música a través de mis audífonos, e invitan a todo el cuerpo a seguir su ritmo.

Los segundos, contemplan la llena luna apareciendo y empezando a resplandecer con su blancura y esplendor. Doy una vuelta, ven al brillante sol despidiéndose, mientras se lleva a los tonos amarillos y rosas del cielo y el celeste se convierte en un oscuro azul.

Poema al anochecer en la costaneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora