Robarle una rosa a María (Vkook)

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Mientras esperaba que todo terminara de estar listo, algunos ayudantes le entregaron una caja hecha de palitos de paleta pintados de color verde a cada uno de los participantes.

— Esta será su tierra de cultivo y por cada logro se les entregará un fruto, el primero lo lograran si cumplen con el siguiente ejercicio.— 

En ese momento les repartieron pliegos de hojas con plumones para que pudieran escribir cada una de sus expectativas sobre el retiro y cómo este los iba a acercar más a Dios. El castaño opinó pasivamente y escribió sus ideas en silencio, ninguno de sus amigos estaba en su grupo y simplemente el sentimiento de incomodidad no dejaba de hacer presión en su pecho. Odiaba esa inseguridad, aún así podía sentir cómo los demás tampoco tenían interés en él. Todos se encontraban hablando de la fiesta de la semana pasada o de algún chisme aparentemente más importante que concentrarse en el objetivo de haber venido a este evento en primer lugar. Podía sentir la hipocresía en el aire, escuchando cómo se criticaban unos a otros pero pretendiendo mostrar una amabilidad que no tenían. 
No pudo estar más feliz cuando se anunció que el tiempo había finalizado y que era momento de ir a cenar. Aprovechó para buscar la mirada de su amigo, esa cabellera rubia no pasaba desapercibida por nadie. 

— Hoseok te está buscando.— 

Jungkook se relajó cuando escucho la voz de su amigo del coro, Seokjin. No sabía que les había tocado en el mismo grupo. El apodado Jin por su cercanía a la iglesia conocía a la mayoría de los catequistas y se llevaba bien con ellos. 
Caminaron hasta sentarse en los lugares que el rubio les había separado, una vez se sentó se dio cuenta la razón de las risitas de sus amigos, estaba enfrente de Kim, su cuerpo se tensó y luchó por no sonreír demasiado. Uno de sus mayores defectos era que su rostro era más sincero que sus palabras o acciones.

— Bien, ¿Quién hace la oración?— de la extensa mesa en la que estaban sentados cerca de quince adolescente solo tres levantaron la mano. 

Una vez que rezaron en agradecimiento por la comida y los catequistas se alejaron, el ruido que comenzó con simples murmullos subió gradualmente de volumen hasta convertirse en un bullicio similar al que experimentó cuando estuvo en el bus. En algún punto se dio cuenta que sus manos le temblaban y no podía agarrarlo correctamente, su sonrisa se tornó nerviosa, rogando que su adorado chico no lo note. De todas formas pareciera que no se hubiera dado cuenta que Jungkook estaba ahí. El de cabellos marrones parecía muy a gusto hablando con los otros chicos, haciéndose bromas y juegos de palabras. 
Aquello en lugar de tranquilizarlo un poco, lo desanimó, sin duda su primer amor era unilateral.

Se dedicó a comer en silencio aquellos tallarines verdes que les habían preparado a todos, cuando miró de reojo a los demás,  la mayoría de los amigos de Taehyung había dejado sus platos casi llenos.

— Ugh, sabe horrible.— se escuchó de algunos chicos del fondo en un tono que bordeaba el engreimiento.

A veces no entendía cómo podían ser tan groseros, sabiendo que el dueño del establecimiento estaba cerca, incluso era su profesor del colegio al que todos "querían" por ser uno de los más buenos.

Luego de la cena, les indicaron la habitación en la que iban a pasar la noche. Nuevamente rezó internamente para estar junto al chico de tez bronceada y ojos negros, pero una vez más nada salió como él quiso. No solo estaba en otra habitación, sino que además, era la más alejada de Kim. Pero como premio de consolación le tocó en la misma de Seokjin y Hoseok, al menos podría sentirse relajado durante las noches y quién sabe, divertirse un poco con las anécdotas y bonitos recuerdos que crearían.