06

1.9K 166 67
                                    

Poe buscaba entre las cosas algunos pañales que podrían servirle a los bebés de Chūya y Dazai. Ranpo le ayudaba.

— Amor, dime, ¿Qué estás buscando?

Preguntó curioso, aproximándose a su novio para ofrecer su ayuda.

— Pañales. Chūya-kun necesita pañales para sus bebés.

Respondió serio, cuando sintió un abrazo por detrás de parte de su pareja.

— ¿Ranpo-kun?

Se sonrojó, sintiendo cómo el contrario rodeaba su cintura, la cual ya no podía rodear con totalidad. Acariciaba con ternura esa pequeña barriga, y decidió posicionarse frente a Poe, agachándose para tocar la pancita del escritor.

— Quiero niña, Poe. Y que se parezca a tí. Sería hermosa, mi princesita.

Habló con voz cariñosa, dando un tierno beso en la barriga de Poe, quien se ruborizó más.

— S-Si es un niño también está bien... Sería nuestro príncipe.

Comentó nervioso.

— Claro que sí. Ya quiero que nazca para poder jugar con mi hijo o hija cuando tenga la edad de los bebés de Chūya-kun.

•••••••

Oda ya se había reportado y se encontraba bien en Tokio. Estaba preocupado por Chūya y los niños, pero habían prohibido la circulación de trenes y otros transportes públicos, así como la entrada a lugares cercanos al mar. Con todo su dolor, tuvo que dejar a Chūya y a los bebés solos, sin dejar de hablarles un sólo día para saber de su salud.

— Niños, papá Oda los quiere mucho, y dijo que en cuanto pueda, volverá con nosotros.

Dijo Chūya después de finalizar su llamada con Oda. Dazai estaba algo celoso de que Oda tuviera mucha más atención que él. Pues para Chūya, Dazai sólo era el que lo estaba acompañando en momentos de tragedia, ayudándole a cuidar a sus hijos. Pero para Ryū y Atsushi, su único padre es Oda, y eso cambiaría difícilmente.

El castaño tenía a ambos niños sobre su espalda, usándolo para montar. Se divertían en su imaginación, Ryū montaba "un dragón" y Atsushi "un tigre de Bengala". Sonreían.

— No porque se estén riendo significa que les agrades, Dazai. Ryū y Atsushi son algo exigentes con las personas. Pocos les agradan. Oda-san siempre será un padre para ellos, así que no intentes imponerles como su padre.

Advirtió. Bajó a los niños de la espalda de Dazai, y los acomodaba en un mismo futón, para luego ponerles sus calcetines. Pronto, se quedaron dormidos tranquilamente.

— ¿Estás saliendo con Odasaku?

Cuestionó celoso. Eso a Chūya no le importaba. Aunque salir con Oda no sonaba mal. Después de todo, siempre estuvo al cuidado de ellos y fue muy atento.

— ¡Que no! ¡Ya te lo dije! ¡Oda-san es como un padre para mí y para mis niños, algo que por mis bebés tú nunca has hecho! Si te permito estar cerca de nosotros es porque no puedo deshacerme de tí en un lugar donde estén muchas personas resguardadas. Pero estar contigo no significa nada para mí.

Dazai lo abrazó repentinamente, sin importarle las palabras que el pelirrojo le decía. Sabía que había sido un idiota y que todavía lo era, pero quería cambiar eso y poder remediarlo de alguna forma. Se motivó más al ver a Ranpo y Poe siendo tan amorosos con el otro y con el bebé que viene en camino. Él podía hacer lo mismo por su familia. No dejaría de esforzarse.

— ¿Quieres soltarme, asqueroso?

— Yo te amo, Chūya... Te ruego una única oportunidad... 

Se separó un poco del abrazo, para besar con delicadeza los labios de Chūya, sin dificultad alguna.

Se separaron.

— Te necesito, Chūya. Necesito estar con ustedes.

— Dazai, yo...


EL PRODUCTO DE NUESTRA OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora