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Luego de una semana de mudanzas, con idas y venidas, cambios de horarios, camiones que van y vienen, George solo quería tirarse a una siesta en el sofá que tenía totalmente mal colocado en el medio del salón, tapando totalmente la entrada a la cocina.

Apenas habiendo bajado del camión (con los asientos más incómodos del mundo), y con la última caja de la mudanza en sus brazos, se adentró al edificio. Se presentó al portero y procedió a entrar al ascensor tocando el botón del piso 3.

Saliendo del ascensor, escuchó unos pasos acercándose con rapidez. Así que lo mas rápido que pudo y casi cayéndosele la caja, paró el ascensor para poder dejar entrar a ese vecino.

Volvió a acomodar la caja en sus brazos, subió la mirada y en ese mismo instante, juró haber visto a la mujer con la sonrisa más hermosa que jamás había visto.

No se le hizo necesario ni siquiera una palabra para enamorarlo de esa manera.

Por su parte, ella se despidió de él con un alegre ademán y presionó la planta baja, cerrándose las puertas y dejando solo a George con un auténtico brillo en los ojos.

°Recién ahora° George HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora