Capítulo 1

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–Tienes que irte de la ciudad –dijo la capitana Rosé.

Lalisa Manoban se echó hacia atrás en la silla, frotándose la sien.
–¿Crees que no lo sé Rosie? Pero es más fácil decirlo que hacerlo.

Sin embargo, mentía a Lisa. No le costaba demasiado irse. Ya lo había hecho millones de veces. Lo único que la retenía en esa ocasión era que no se le ocurría adónde ir, no tenía un lugar en específico a donde llegar.

Rosé volvió a posar la atención en su ordenador y apretó unas cuantas teclas.
–Se están acercando, Lisa. Si te descubren, estarás muerta en menos de cuatro horas. Esta ciudad es demasiado pequeña para que estés a salvo. Debes irte a un lugar al Sur.

–Sí, lo haré –afirmó Lisa. Pero primero tenía que pensar adónde.

Julio era un mes agradable en casi cualquier parte. Quizá pudiera ir a Las Vegas. Allí podría perderse durante unos cuantos días.
–Te avisaré cuando llegue a alguna parte Rosé.

–Está bien –repuso la capitana Park frunciendo el ceño con preocupación.
–En esta misión, te has arriesgado demasiado, Lisa. Desaparece durante un par de semanas.

Para entonces, los federales habrán encontrado lo que necesitan y podremos realizar el arresto.
A finales de mes, estarás de vuelta en el departamento de policía.

–Genial.
Lisa había estado desempeñando una misión encubierta durante un año.

Le resultaba difícil imaginarse de regreso a su antigua vida en la ciudad. ¿Cuántas cosas se habría perdido en todo ese tiempo?

–Si quieres que saquemos de la cárcel a la persona que capturamos, tendrás que presentar una fianza. Ya no podemos hacer más tratos – añadió la capitana Rosé cuando Lisa estaba a punto de salir de su despacho.

La persona de la cual hablaba había sido detenida esa misma mañana por robo.

También era una de las supuestas «empleadas» de Lisa y la excusa que había utilizado para presentarse en la jefatura de policía era para hablar con la capitana. Rosé, su jefa y mejor amiga, una agente del FBI que coordinaba la misión, además una de las pocas personas que conocían su verdadera identidad.

Para el resto del mundo, Lisa era una poderosa criminal.

Con un gesto de la cabeza, Lisa se despidió de Rosé y se digirió al mostrador de recepción.

Pagaría la fianza por su empleada y se iría de la ciudad.

Pero, de pronto, al ver a Jennie Kim se olvidó de todo lo demás.

La agente había terminado su turno y se dirigía a la salida.

Lisa al verla aceleró el paso para alcanzarla.

Jennie, una hermosa chica, de un metro sesenta y tres, con mirada gatuna y una elegancia especial.

Con un metro sesenta y ocho de estatura, Lisa no pasaba desapercibida a su lado.

Aunque Jennie la ignoró, como siempre hacía.

–Hola, hermosa gatita, ¿Has terminado de trabajar?

–Es obvio, no te das cuenta.
Jennie no la miró, ni siquiera cuando Lisa la rodeó con un brazo por los hombros.

Jennie solo se limitó a agarrarla de la mano y apartarla.

Entonces, Lisa aprovechó para darle una palmadita en el trasero.

–Llevo un arma –le advirtió Jennie, girándose hacia el aparcamiento–. Y no dudaré en usarla contra una criminal de cuarta como tú.

–Jennie, te equivocas conmigo. Yo te respeto.

Negoció de Amor (Adaptación Jenlisa G!P )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora