Capítulo 21

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Cuando conoces el amor, corres el riesgo de conocer el odio.

Prometió muchas cosas. Prometió hacerla la novia más feliz de la tierra. Prometió cuidarla, protegerla y no importaba que, no la lastimaría. Y se supone que lo había jurado.

Viéndola con sus propios ojos, aferrándose a un hombre que no es él. Sollozando como si su vida dependiera de ello. Aún así, hería a su pequeña ángel una y otra vez.  

Sus tiernos hipidos llenaban el amplio lugar de un sonido, para algunos dulce y para él doloroso. Reunió su coraje, su orgullo destruido y su corazón, en un puño, cambió de dirección y se encaminó en silencio al único lugar en donde podía atormentarse a gusto...

Releyó el mismo párrafo, literalmente unas 15 veces. No podía concentrarse. El día era magnifico, sentado en un sillón de cuero campestre bajo la sombra de un árbol frondoso, escuchaba el relajante trinar de pajaritos, el olor a playa refrescante, el agradable sol arriba de su cabeza, el libro en sus manos lo distraía, pero su aura no cambiaba. Sus párpados quemaban con las imágenes de ayer cada vez que leía una palabra. 

El libro cayó de sus manos con un sonido seco cuando un grito, llamándolo,  lo sobresaltó de sobre manera. 

Abbeville, majestuosa como siempre, estaba con un vestido negro y rojo escarlata, del estilo victoriano frente a él. Decir que estaba sorprendido era poco y que estaba sonrojado aún peor. ¡Porque debía de ser tan hermosa con cualquier cosa que llevara!

—¿Y eso qué?

Abbey sonrió y giró sobre su eje para darle una mejor vista de su vestimenta. 

—¡Estoy muy emocionada! ¡El festival comienza hoy!

—¿Se supone que debería saber de qué estás hablando?

—¡El festival del pueblo, por supuesto! No me vas a dejar ir sola ¿verdad?

Abbey estaba emocionada, si debía de ser sincera, era una estrategia suya improvisada para poder reconciliarse con su prometido. Se había portado muy mal y tenía que disculparse.

—No tengo interés en ningún festival.

Y ahí se fue su oportunidad al tacho. 

—¡P-pero...!

Quiso acercarse, sin embargo el vestido sumamente pesado e incómodo se lo impidió. Tropezó como la torpe criatura que era. Evan la atrapó antes de que pudiera tocar el suelo y cayó sobre su pecho.

—¡Estás siendo boba! No te muevas bruscamente si tienes algo tan incómodo como eso.

—Po-p-porfavor...

Evan abrió los ojos con amplitud. Abbey estaba suplicando en su pecho.

—Quiero estar contigo en el festival ¿no puedo?

Ah, maldita sea. Evan maldijo a cualquiera que estuviera allá arriba ¿Te estás divirtiendo?

—Agh ¡Bien! ¡Iré! Si no voy quizás termines en un barranco con lo despistada que eres.

Evan podría decir fácilmente que la idea fue pésima. Parecía un jodido pingüino con ese traje victoriano y para completar el bastón y sombrero a juego. 

—No entiendo porque tengo que usar esta atrocidad en pleno siglo XXI—se quejó, mientras miraba su propio cuerpo.

Abbey por poco babeaba. ¡Se veía increíble! ¡Incluso apetecible! Con ese traje de cola larga y el sombrero similar al de un mago. El bastón le otorgaba la elegancia con la que él ya venía y aristocracia natural de su personalidad. 

El Contrato #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora