El pescador y la sirenita.

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EL PESCADOR Y LA SIRENITA.




Cuentan que un poeta enamorado del mar, se hizo con una barca de pesca y se adentró en él sin más temor que el de poder regresar algún día.
Se fue alejando de igual manera que cuando uno se duerme y penetra en el mundo de los sueños.

Nada parecía asustarle, muy al contrario, sentía una mezcla de curiosidad, deseo y aventura. Así partió, dejando atrás todo cuanto pudiera atarlo a la tierra…,


la misma tierra que se empequeñecía a cada soplo de viento, cada vez más fuerte y que lo transportaba cada vez más lejos.











Llevaba más de un año navegando, se alimentaba de los peces que pescaba, y dormía abrigado por una manta hecha con besos, para protegerse del frio de la noche.

Se despertaba con la luz del día y se dormía después de contar más de cien estrellas que parpadeaban al ritmo de su corazón inquieto pero feliz.

Se había cumplido el sueño que lo había ilusionado toda su vida y eso lo llenaba de felicidad.


Nadie sabe cuántos mares atravesó, y solo él entendía el motivo de su viaje...


Era como si se dejara llevar por aquellas olas, a veces insignificantes y a veces enormes, que a dentelladas parecía que iban a devorarlo.







Y así, día tras día, mecido por las aguas sin descanso y sin más reloj que el palpitar de su corazón, siguió trazando surcos con su barca, azules líneas turquesas como un pentagrama inmenso...
Un canto a la libertad.

Nunca imaginó que el mar se desgranara en tantos tonos..., azules celestes, violetas, turquesas, grises azulados, verdes transparentes..., y solamente era agua..., agua en un inmenso océano que parecía no tener fin ante sus extasiados ojos.

Empujado por vientos, mecido por olas, iluminado por un cielo esplendoroso de sol, de luna y de estrellas, abrazando emociones, respirando aromas..., siguió navegando hacia la línea del horizonte, donde el mar y el cielo se abrazan..., allá donde nacen y mueren todos los sueños.











Un día, cuando iniciaba el viaje de retorno, llegó a una zona dónde unas enormes masas de rocas reflotaban como islas, formando un curioso laberinto de piedras.

Algunas brillaban con reflejos arco iris, y su brillo era tan destellante como los rayos de sol.

Cuando vio aquellas majestuosas rocas, pensó que no podía regresar sin haber visitado aquel lugar tan fascinante.

Por un momento pensó que podían ser piedras preciosas. Pero, aunque lo fueran, eran tan enormes que sería imposible llevarse una sola de aquellas piedras.

Tampoco pretendía hacerlo, pues para él ya era suficiente poder contemplar la belleza de sus formas y los brillantes reflejos que desprendían.





Dibujaba un círculo con la barca alrededor de los peñascos multicolores, cuando lo que parecía una figura femenina recostada sobre una roca plana, lo sobresaltó.

Sorprendido, cambió de repente el rumbo de su barca para asegurarse de que lo que había visto, había sido real, que era real..., alguien estaba sobre un peñasco en alta mar.





Acercó su barca con mucho cuidado para ver quién era, y su sorpresa fue mayúscula cuando lo que vio fue una linda Sirenita.

Él, incrédulo todavía, no hacía más que mirarla, e incluso pensó que podía tratarse de una estatua..., pero parecía que no había ninguna duda, era de verdad, una autentica sirena.

Ni corto ni perezoso, ancló su barca y saltó sobre el peñasco.







Se acercó tanto como pudo a ella, y viendo que no se asustaba con su presencia, quiso tocarla con sus propias manos. Apartando con los dedos sus largos cabellos le preguntó que hacia allí y porqué estaba tan triste.

Al principio, la Sirenita ni siquiera lo miraba y tardó un tiempo en responder, hasta que de repente giró sus ojos verdes hacia él. Aquellos ojos eran de un verde tan intenso como la emoción que sintió el Pescador al mirarlos.

Eran los ojos más hermosos que había visto en su vida.

Antes de responder, ella le preguntó quién era y que hacía por aquellos mares.

Él, sin tiempo a reaccionar, le respondió que era un enamorado del mar y quería saber hasta dónde llegaba aquel manto azul tan lejano que divisaba desde la ventana de su casita.



-Siempre quise saber hacia dónde me llevarían las olas, y conseguí esta barca para entrar en todos los puertos, surcar todos los mares y descubrir los secretos que esconden- contaba el pescador sin dejar de mirarla un solo instante.

-Para cumplir mi sueño, me he convertido en pescador, pero no temas, únicamente pesco para sobrevivir, y si no pescara no podría alimentarme…




La Sirenita le seguía con atención sin apenas parpadear.

Nunca había salido de la zona de los peñascos y también sabía que nunca podría viajar, pero escuchaba el relato con tanta pasión, que podía ver con imágenes sus palabras.









- Yo nunca tendré tu suerte- dijo entristeciendo de nuevo el semblante.

Aquellos peñascos eran su castillo. No la permitían salir de allá, y aunque el lugar era precioso y encantador, se sentía atrapada entre aquellas rocas que elevaban sus formas como una fortaleza.






Ella le contaba que no era feliz. Por una parte, necesitaba vivir en el mar porque toda su familia vivía allí..., sin embargo, una parte de ella pugnaba por salir de él.

Necesitaba sentir el viento, contemplar el cielo, ver los colores blancos de las nubes mañaneras, los colores rojos del atardecer en el horizonte, escuchar los sonidos de las aves, e ir descubriendo ese otro mundo que no existía en las profundidades.


El pescador se emocionó, y decidió quedarse junto a ella. Compartieron muchas noches, y entre ellos nació y creció el amor.

Parecía que nada ni nadie los pudiera separar, a pesar de que el pescador debía de regresar a tierra, porque se sentía muy cansado, y la Sirenita tenía que volver al mar... Era su vida..., no dejaba de ser un pez.
Sin embargo, cuando el sentimiento del amor culmina, es capaz de detener el tiempo.



La abuela de la Sirenita, la Reina de las mareas, supo la razón del por qué ella no regresaba…, estaba con el pescador.

-Déjala regresar – gritó desde las profundidades. Además-dijo ella- su abuelo Neptuno podría enfadarse, y si enfurece el mar, ya nunca más podrás llegar a puerto. No conoces la fuerza de su ira y es mejor no enfadarle.
Aquellas palabras resonaron como truenos y por primera vez se asustó.


Tenía la sensación de que estaba haciendo algo malo, y comenzó a preocuparse.
Pero el pescador ya no podía abandonar a su Sirenita..., parecía que estaban pegados por un costado.

Y así pasaron tantas noches como gaviotas atravesaron el mar.

La más oscura de todas las noches, fue también la más especial, porque celebraban su 20 cumpleaños y ella no podía faltar a la celebración.

Aquella noche, el mar se llenó de luces y desde las profundidades esperaban su retorno tan esperado..., al menos esa noche.

Se despidieron con un beso y con una promesa..., ella le prometió regresar, y él le prometió el mejor regalo que podía ofrecerle.






El día se llenó de silencios, y al atardecer, cuando las nubes cambiaron las pinceladas doradas del sol por las plateadas sombras de la luna, la Sirenita salió en busca del regalo que el Pescador le había prometido.

Por más que buscaba, no era capaz de encontrar el regalo...porqué el regalo no estaba allí..., ni siquiera el Pescador..., tampoco estaba su barca. La Sirenita salía noche tras noche.



Estaba segura de que tarde o temprano encontraría su regalo..., pero el Pescador nunca más aparecería.

Ella no se había dado cuenta, pero el regalo que le había prometido era su libertad.

Él pensó que su amor era imposible porque provenían de dos mundos diferentes, y mantenerla atada a su corazón era tan egoísta como injusto.


También era un regalo para su familia.
Neptuno y la Reina de las Mareas aplacaron el mar, para que pudiera regresar tranquilamente a puerto. Pero la Sirenita ya no quiso regresar con ellos..., se quedó llorando.

Nadie lloró nunca tan amargamente.

Su corazón estaba destrozado, y las lágrimas que derramaba se convertían en brillantes estrellas.

Nada podía consolar su pena, y tampoco nadie podía imaginar el dolor tan grande que atormentaba su corazón, roto en pedazos.

Un día, la Reina de la Noche, preocupada al ver tantas estrellas en el cielo se subió a lomos de un fuerte vendaval, recorrió todos los mares en busca del origen de todos sus males.







Aquello podía ser el final de su Reino.

Sabía que, con tantas estrellas, llegaría un momento en que se confundiría el día con la noche, y no podía permitir una cosa así.
Debía averiguar la causa de su tormento.

...De repente, a lo lejos, vio unos puntos de luz que se elevaban y aumentaban su tamaño, atravesaban el cielo y acababan convertidos en estrellas.
Al fin había localizado el lugar de donde provenían.

La Reina de la Noche se acercó a la Sirenita y le suplicó que dejara de llorar.
Intentó explicarle que, si la noche desaparecía, el día no tendría sentido y nada sería igual.

Ella escuchó sus argumentos con atención, pero era tan grande su tristeza que por más que se lo pidieran y por mucho que se esforzara, no lo conseguía.


Sus bellos ojos estaban inundados de lágrimas.

Parecía que nada pudiera consolar la pena que la consumía, pero finalmente tuvo un pensamiento hermoso y con voz temblorosa, dirigiéndose hacia ella, le preguntó si podía concederle un deseo.







La Reina de la Noche tenía el poder de conceder deseos, y viendo que no tenía más alternativas si quería conservar su reinado y su reino, asintió y le dijo que pidiera su deseo.

Iba a concedérselo. La Sirenita, pidió convertirse en LUNA.







Mientras..., en otros mares más lejanos, el Pescador también lloraba por su pérdida y se preguntaba envuelto en dudas si había obrado bien.

Nunca se había enamorado antes, y aquella sensación de vacío que lo envolvía, a veces se le hacía insoportable.






Muchas veces pensó en regresar y llevarla con él. Poco a poco se iba dando cuenta de que la amaba, de que añoraba sus ojos y de que necesitaba sentir latir su corazón apretado al suyo.


Pero estaba tan cansado y había sido tan largo el viaje..., que apenas le quedaban fuerzas para llegar..., aunque ya no era su objetivo.




Se estaba dando cuenta de que acababa de perder el sueño más hermoso que jamás pudo imaginar, sin embargo, recordar aquel tiempo que estuvo con ella lo llenaba de paz, una paz fascinante..., pero insuficiente.

Sus remordimientos se habían convertido en sus pesadillas.
No había una sola noche en que no soñara con ella y despertara llorando amargamente su desconsuelo.


Pero el destino ya había lanzado los dados.

Regresaba a casa abatido, desilusionado y arrepentido de su error.

Cuando divisaba la arena del puerto de donde partió, no podía creer lo que estaba viendo..., no podía ser cierto, y comenzó a frotarse los ojos una y otra vez, con una emoción que le embargaba el alma.




Le pareció ver una figura que conocía..., y no estaba soñando..., era ella..., era su Sirenita.

Se preguntaba cómo era posible que llegara antes que él, como pudo adivinar el lugar hacia donde se dirigía, y por qué lo había hecho.

Con las fuerzas justas y ansioso por tenerla entre sus brazos, el Pescador saltó de su barca y corrió abalanzándose hacia ella abrazándola fuertemente...,


pero al caer arrodillado sobre la arena, se dio cuenta de que tenía los brazos cruzados, y no estaba haciendo otra cosa que abrazar-se a si mismo..., porqué allí y para su desgracia, no había ninguna sirena.

Había sido solamente un espejismo.
Abatido y agotado, acabó derrumbándose mientras su barca se iba alejando lentamente, como si no quisiera estar presente en la dramática escena.

El Pescador ya nunca más despertaría. Unas olas plateadas penetraron en la arena para cubrirlo en un último abrazo de despedida.

Cada noche, la Sirenita transformada en Luna, aparecía para estar junto a su Pescador, y no se separaba de él..., iluminando con su luz una barquita que llevaba inscrito un hermoso nombre..., SIRENA DEL MAR.





Cuenta la leyenda que el mar embraveció, y el oleaje al golpear contra los peñascos, desgastó una roca en la forma de un corazón.

En esta misma roca, y una vez cada 20 años, aparece misteriosamente una pareja de palomas unidas por un ala..., nadie sabe el por qué...







Y a eso de la medianoche, levantan el vuelo y cruzan el mar..., ESE MAR INMENSO...PRACTICAMENTE SIN LIMITES............COMO LOS SUEÑOS.

FIN.





















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⏰ Last updated: Jul 24, 2021 ⏰

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La Sirenita y el Pescador.Where stories live. Discover now