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Pasadas las horas la fiesta ya había terminado así que mi... esposo me enseñó dónde íbamos a dormir los dos, la verdad es que era una habitación muy amplia y bonita ese tal Rubén tenía buen gusto.

—Samu...— escuché como me llamaba una voz muy dulce.

—¿Si?—la verdad es que pensaba que me iba a decir algo sobre que somos destinados pero no.

—¿Por qué estás tan triste?

—¿Eh?

—Se que no quieres hablar de lo otro pero por lo menos me gustaría saber el porqué de tu tristeza.

—La verdad es que todo esto es muy nuevo, un nuevo reino, un nuevo idioma, una vida nueva, todo lo que he dejado atrás...

—No te preocupes.—dijo dándome un cálido abrazo mientras soltaba algunas cuántas ferómonas.—Todo es cuestión de acostumbrarse aparte, que ahora vivas aquí no significa que no puedas visitar a tu gente...—a partir de ahí ya no escuché nada más ya que entre el cansancio, sus ferómonas y lo cómodo que estaba me dormí, me parece que no todo va a ser tan malo ¿no?

 ~𝙉𝙤~ 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙚 𝙨𝙚𝙧 𝙢𝙞 ~𝙙𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙖𝙙𝙤~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora