Espejismos

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Valentina podía sentir el viento rozar su rostro haciéndole entrecerrar los ojos levemente para evitar la irritación en ellos. Con cada zancada que daba tomaba profundas bocanadas de aire, sus latidos eran acelerados pero constantes. De sus orejas colgaban unos airpods color blanco de donde salían diversas melodías, aunque si era honesta, minutos atrás las canciones se habían tornado en sonidos difusos escuchando únicamente sus pensamientos. Sin embargo, a diferencia del día anterior, éstos no le representaban ninguna clase de conflicto y sí le dibujaban una sonrisa cada vez más amplia en los labios.

La castaña no era una persona madrugadora, rara vez se levantaba antes de que sonara su despertador y en ciertas ocasiones, ni Silvina lo lograba, tenía el sueño muy pesado. Disfrutaba tanto del confort de su cama y la suavidad de las sábanas que sólo conseguía levantarse hasta que la luz del sol tocaba a su puerta y su calidez la abrazaba, más en los días fríos como ahora. Pero hoy era distinto, como todos los días desde que la conoció. Si bien había logrado conciliar el sueño fácilmente, la montaña rusa de emociones que había experimentado horas antes, la dejaron inquieta, haciendo que Morfeo la abandonara completamente muy entrada la madrugada.

Después de varias vueltas sobre la cama, resopló resignada por sus intentos fallidos para dormir. Pensó en ingerir algunas gotas que le ayudaran con su misión, pero tenía que ir a trabajar y, aunque era una de las dueñas, ella misma había pedido ser tratada como cualquier empleado, lo que significaba llegar a tiempo para no avivar la molestia de Palomares y tomar un remedio provocaría todo lo contrario.

Agarró el teléfono para cerciorarse de la hora y de inmediato el júbilo que había experimentado anteriormente, invadió su pecho y se alojó con mayor fuerza. La foto que Juliana le había enviado permanecía conquistando la pantalla de su teléfono y si era honesta, cada vez un poco más a ella misma.

Cautivada por la belleza de la otra mujer, la contempló maravillada por unos minutos más, soltando varios suspiros entrecortados. Entendió que sus esfuerzos por volver a dormir o parar el huracán de emociones, sería en vano, así que se levantó y prefirió salir a correr.

No estaba segura de cuánto tiempo había transcurrido desde que salió de casa, pero al sentir el viento fresco de la mañana en contraste con el calor que emanaba su cuerpo por el esfuerzo físico y la expectativa que le generaba Juliana, le hizo sentirse tan viva y libre que solo corrió y corrió sin rumbo ni tiempo fijo hasta que un canino se cruzó inesperadamente por su camino, deteniéndose de golpe. Se agachó apoyando los brazos en sus piernas mientras recuperaba el aliento, retiró los airpods de sus oídos y saludó al pequeño Schnauzer que le movía la cola.

— ¿Estás perdido amiguito? — Valentina alzó la vista buscando algo que le indicara la procedencia del animalito, fue ahí cuando se percató que no estaba sola. Había llegado a un parque en el cual, no era la única ejercitándose.

Una voz a lo lejos captó su atención, era una mujer de mediana edad llamando a Tiger, que al parecer ese era el nombre del perrito. Se despidió de él y caminó hacia una banca cercana, mientras se quitaba su sudadera y se quedaba únicamente con un top que traía debajo.

Sintiéndose más relajada, se sentó y observó el horizonte, viendo como la oscuridad se alejaba y le daba la bienvenida a los primeros rayos del sol. Sacó el teléfono del bolsillo de su pantalón y corroboró que ya eran las 6:10 de la mañana.

Vaciló unos segundos con el aparato en sus manos debatiéndose en escribirle en ese momento a Juliana o esperar a una hora más alejada del amanecer. Si bien se moría por responderle, no quería parecer tan desesperada.

Al final, sin mayor consideración y titubeos, lo hizo.

Pero con otra foto.

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⏰ Última actualización: Jul 28, 2021 ⏰

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