Final

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-T-

No recordaba el camino al aeropuerto tan largo.

En realidad, era el mismo camino que recorrió cuando llego, la diferencia ahora era que iba con un corazón roto y miles de recriminaciones internas al estar yéndose dejando que el amor de su vida se casara con otra persona.

Los paisajes a su alrededor eran completamente hermosos, dignos de varias fotos que complacería su lado fotógrafo, pero el solo podía estar recostado en los asientos traseros sintiendo que en ocasiones lágrimas silenciosas salían de sus ojos sin poder, ni querer retenerlas.

El amor era una mierda.

Había visto a lo largo de su vida como algunos de sus amigos y amigas caían en la tristeza de una ruptura, infidelidad o amor no correspondido. Siempre había pensado que exageraban sobre esos temas, pero ahora al vivirlo en carne propia, supo de inmediato que no era ninguna exageración.

Realmente dolía.

Recordando detenidamente, sus amigos y familia casi siempre le contaban a detalle sus relaciones, el cómo se sentían al respecto todo su proceso. Empezando en el cómo sentían que caminaban sobre las nubes al estar completamente enamorados, para después terminar, algunos de ellos, en dolorosas rupturas cayendo en una profunda tristeza por ello.

Un ejemplo evidente eran sus padres. Al separarse sus padres, él era un niño que apenas entendía sobre esas cosas, y sin quererlo fue colocado como intermediario en todo el proceso. No fue nada fácil.

Tal vez por ello tuvo tanto miedo de sus reales sentimientos hacia el rubio. Ahora podía aceptar que esos sentimientos estuvieron desde el día en el que lo conoció y que tal vez hasta inconscientemente se alejó de todos aquellos sentimientos al recordar todas aquellas historias con finales tristes que jamás pidió, pensando que tal vez terminaría igual su historia.

Sus miedos ganaron.

Ahora el arrepentimiento sobre sus decisiones y pensamientos ya era solamente un sentimiento totalmente inútil, ya no podía hacer nada, lo había intentado y fallo miserablemente.

Salió de sus depresivos pensamientos cuando el auto se detuvo repentinamente, escuchándose después el sonido de varias ovejas pasar cerca. Se sentó correctamente, inclinándose un poco para ver por la ventana con confusión al ver tantas ovejas afuera.

-¿Por qué nos detuvimos? - Pregunto algo ronco al chofer quien lo miro por el retrovisor.

-Un rebaño perdido, señor. - Informo amablemente volviendo a mirar al frente como si de un robot se tratase, no pudo más que soltar un suspiro y recargarse en el asiento con pesadez.

Sabía que un rebaño perdido tardaba en moverse ya que no tenían un guía que los apresurara, tardaría en salir de ahí. Era como si la vida estuviera en su contra y lo quisiera mantener ahí el mayor tiempo posible para que el dolor de saber que en ese momento el rubio se estaba casando lo acabara por matar.

No podía creer la crueldad de la vida.

Unos ladridos llamaron su atención, haciendo que volviera su vista hacia afuera encontrándose con el mismo perro que vio en el barco cuando recién llego a Canadá, este lo miraba con fijamente y al ver que tenía la atención requerida volvió a ladrar con más fuerza.

-Hola- Saludo con una sonrisa pequeña pero sincera mientras bajaba del auto para poder saludarlo como correspondía- Como olvidarte -Murmuro con una pequeña sonrisa colocándose de cuclillas frente al perro

Empezó a acariciarlo como era su costumbre, acunando su rostro entre sus manos, el perro lo miro atentamente mientras que soltaba pequeños chillidos, como si estuviera pidiéndole o diciéndole algo.

Padrino De Bodas n.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora